Image: En la nube

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Opinión

En la nube

11 septiembre, 2015 02:00

Gonzalo Torné

No tengo ningún motivo para dudar que en un futuro más o menos lejano la humanidad (entiéndase su sector más privilegiado) disfrutará de una existencia biónica: que los cuerpos de los futuros hombres combinarán órganos biológicos y componentes mecánicos con el propósito de vivir más, y mejor. Biológico como soy la idea me repele de entrada un poco, pero no solo nos lo afirman los investigadores más punteros sino que supongo que apenas hace tres generaciones debía sonar todavía más extraño (mucho más extraño) que se pudiera recobrar la salud de un corazón suturándole en el quirófano unos ventrículos de cochino.

En estos panoramas biónicos (que han venido a sustituir a las promesas de la clonación y los avances genéticos que parecen un poco de capa de caída) la Red siempre desempeña un papel preponderante. Los futurólogos más audaces hablan de telepatía y de conciencia colectiva, un terreno tan fantástico y tan especializado ante el que, dados mis escasísimos conocimientos técnicos, solo puedo asombrarme.

Más familiar me resulta otra idea recurrente: el uso futuro que va a dársele a la Nube (un inmenso espacio de datos compartido que puede consultarse desde cualquier dispositivo) y que podría resumirse así: "En el futuro no habrá ninguna necesidad de escuelas ni de libros. Toda la información estará contenida en la nube. Se podrán descargar siglos de conocimiento directamente en el cerebro en pocos minutos". En la formulación suenan muchos timbres conocidos: eficiencia, espacio, velocidad, adiós a los intermediarios y prisa por sacarse de encima cuanto antes a estos perseverantes libros. Así que no deja de ser curioso que la ingenuidad del planteamiento de estos visionarios sea compartido por todos los letraheridos que tienden a confundir la lectura sobre una experiencia con la experiencia misma. Creo que era Canetti quien advertía que si bien para saber de qué va la vida basta con leer a Balzac y su Comedia Humana, esa lectura no eximía a nadie de tener que protagonizar despuéss la propia existencia.

Los amantes de la Nube reproducen la misma ingenuidad a otra escala al confundir la indiscutible ventaja de tener todos los libros del mundo a mano con la experiencia de leerlos. "Ah, pero aquí, se equivoca usted, pues no se trata de tener los libros cerrados cerca, no se trata de sentarse en una biblioteca a contemplar los estantes, sino que gracias a la Nube del futuro podremos descargar tantos libros como queramos directamente dentro de nuestro cerebro".

Se trata de un matiz significativo pero la ingenuidad permanece: aquí subyace una idea de la transmisión puramente cualitativa, como si se tratase de verter agua o arena de un recipiente a otro. Cuando la parte preponderante de la adquisición de conocimiento depende de la inteligencia, de la capacidad de asimilar y de establecer relaciones de cada uno: factores ligados a la experiencia personal, que varían sustancialmente de un individuo a otro.

¿Conseguirá la Nube y nuestro futuro biónico dotarnos a todos de una capacidad de comprensión, de una voluntad y de una motivación equivalentes? Porque si no es así, estaremos (casi, casi) como al principio, en definitiva, como siempre.

@IAjena

Mínimo común denominador

Google quiere cambiar de nombre y de inmediato empiezan los debates en busca de sus motivaciones profundas. Yahoo altera su tipología, ¿por qué será? Facebook incorpora un nuevo "botón", ¿no anticipará así un inminente desplazamiento sutil de las relaciones sociales? Instagram anuncia que pronto ofrecerá nuevas posibilidades de edición a sus usuarios: podrán embellecer sus fotografías con filtros (brillo, contraste, calidez, saturación, "lo más destacado", sombras, viñeta, enfoque). ¿El motivo?, según un responsable de la empresa Instagram siempre ha tenido como meta poner a disposición "de todo el mundo" herramientas restringidas a los fotógrafos profesionales… Un impulso "democrático", qué bien… Pero, un momento, un momento… ¿Filtros? ¿Qué camarita no tiene ya filtros? Enseguida encontramos una explicación complementaria: "También pretendemos que la gente pase el mayor tiempo posible en nuestra página". Y uno no sabe si alegrarse de vivir en un mundo en el que las empresas consideran beneficioso disimular un poco que su principal objetivo es mejorar la cuota de mercado o avergonzarse de que tantos voluntarios se anticipen a hacerles el juego.