Gonzalo Torné

Poco antes de irme de vacaciones encontré en Twitter una interesante cartografía personal sobre distintos "estilos" de lectura. En su momento me pareció muy ilustrativa y como pasado el tiempo me lo sigue pareciendo se me ha ocurrido que puede ser buena idea compartirlo aquí.



Su autora usa el pseudónimo de LaGuiri (@laguiri) y de ella sé poco más de lo que puede leerse en su perfil: "Working class teacher". Y es cierto que algunos de los temas recurrentes de su TL tratan sobre educación pública y lectura, abordados con un tono de sosegada inconformidad.



Sea como sea nuestra invitada señala en sus tuits por lo menos cinco maneras distintas de leer, cito por extenso: "Leo tuits, revistas o blogs. Salto de tema en tema". "Leo textos largos y técnicos (para la tesis) buscando rápido información relevante, si es que la hay". "Leo poesía. Normalmente a fragmentos cortos porque al concentrarme, me canso, necesito parar y reflexionar o recordar". "Estudio. Nunca he sido capaz de hacerlo mucho rato seguido, por eso copio y corrijo mis apuntes mil veces". "Leo por placer textos largos. Esta capacidad la perdí opositando (modo lector 5 a su máxima potencia). Luego la he recuperado".



Lo primero que llama la atención de esta serie de tuits es que su autora no se basa en ninguna idea preconcebida, que no está defendiendo una hipótesis por encima de otra o apuntalando una postura previamente elegida. Todo lo que expone es el resultado de la exploración de sus propios hábitos como lectora.



El resultado es un interesante recordatorio de que los seres humanos somos (por emplear la palabra más fea que se me ocurre) "polifuncionales" o si prefiere que podemos hacer distintas cosas con el mismo órgano o darle diferentes utilidades a una misma destreza. De manera que cualquier hipótesis sobre la "evolución" de la especie debería contemplar toda esta estratificación de funciones si quiere que la tomemos en cuenta. Leer vendría así como nadar, una actividad que uno puede practicar en distintos "estilos". La comparación viene también sugerida de manera explícita en un tuit publicado por LaGuiri: "Saber leer de seis maneras es como saber nadar de seis maneras. No haces peor braza por saber nadar de espaldas".



Aquí es el único punto donde discrepo, o mejor dicho, más que discrepar introduciría un matiz para ampliar la cuestión: ciertamente uno no se olvida de nadar a espalda por incorporar la braza a su repertorio. Pero sí es posible que a fuerza de insistir reiteradamente con la braza se termine por descuidar el resto de estilos, y al final el único crol que va a ser capaz de ejecutar a duras penas se distinga de un chapoteo de avance.



Vamos, que si alguien esta interesado en estudiar los cambios en las técnicas o en los estilos de lectura quizás progrese más estudiando los hábitos de ocio y de vida de los ciudadanos (cuántas horas trabajamos, cuánto tiempo pasamos solos, qué clase de lectura está asociada al placer y qué clase al progreso laboral...) que las supuestas adaptaciones neuronales a las nuevas tecnologías.



@IAjena

El tiempo en Marte

Entre las muchas cosas que ha descubierto el Curiosity en su paso por Marte algunas de las más importantes afectan al clima. Ahora sabemos que en el planeta arcilloso llueve con cierta frecuencia, atraviesa (más o menos) cuatro estaciones, se forma escarcha y padece (o disfruta) de continuas tormentas de polvo. Datos escasos pero suficientes para que en Internet varias páginas especializadas en el clima hayan empezado a ofrecer el parte y la previsión del tiempo de algunas zonas del planeta. De momento la cosa no pasa de ser una broma y los resultados se limitan a poco más que a informar de la temperatura más probable en la superficie (que oscila entre los 36 y los -125), pero el interés ya está sembrado: al fin y al cabo si se especula con enviar humanos allí bueno será contar con una eficiente previsión del clima. Sea como sea la Red sigue consolidándose como el espacio privilegiado para el despliegue de información sin una utilidad práctica inmediata. Y lo digo, evidentemente, como un elogio.