Agustín Fernández Mallo

El pasado 11 de septiembre tuve la suerte de asistir, en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma, Es Baluard, a una conferencia de muy sugerente título, El enigma de lo idéntico, dictada por el escritor y profesor de bioquímica y neurociencia Germán Sierra. Aventajado pensador de las contradicciones que anidan en las utopías y pensamientos extremos derivados de la conexión humano-máquina, sostiene Sierra una interesantísima teoría: la historia del ser humano pasa por dos fases, repetidas en ciclos: una fase de reproducción (copiar objetos) y otra de producción (editar objetos). La primera corresponde a la platónica idea del modelo ideal, al cual hay que imitar: por ejemplo, la segunda mitad del siglo XX se caracteriza por la reproducción en cadena de cosas idénticas, y llega a su paroxismo con pretensión de clonación humana, la cual, a parte de inútil, escenifica una utopía en tanto que es imposible que existan dos humanos iguales.



La segunda fase, la de la producción (edición de cosas) es aquella en la cual lo que queremos no es copiar sino producir cosas nuevas, cosas que antes no existían sobre la faz de la tierra. Ocurrió en las vanguardias históricas, y ocurre hoy pues ya no se habla de clonar ADN sino de crear ADN. Y en esta línea se instalan hoy dos interesantes utopías político-artísticas: el aditivismo (con el uso de las impresoras 3D, producir cosas que antes no existían) y el aceleracionismo (generar cosas nuevas hasta el infinito de modo que el capitalismo explote y se convierta en alto totalmente desconocido hasta ahora). Estas dos corrientes no por utópicas dejan de producir sus rastros artísticos. Véase el caso del escritor rupturista de moda Kenneth Goldsmith, quien en una de sus obras propuso imprimir Internet. En una foto posa ante una montaña de papel impreso para dar fe de su solución imaginaria a un problema imaginario.



@FdezMallo