Image: La tuitliteratura viaja mal

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Opinión

La tuitliteratura viaja mal

20 noviembre, 2015 01:00

Gonzalo Torné

En las últimas semanas se han ido acumulando noticias (sin que ninguna de ellas ocupase un puesto de excesiva relevancia) sobre la tuitliteratura: debates, propuestas de definición, posibles antologías ... Algunos de los temas que se han tratado pertenecen al ámbito de la sublime tontería (esa cuyo lomo Kundera recomendaba acariciar con mimo cada vez que pasase por nuestro lado, siendo como es un rasgo distintivo de la especie humana, de la que ninguna época ni pueblo se libra) como toda aquella cantarella de que la Red y los tuits iban a transformar la forma de escribir novelas y, ya que estamos, revolucionar la literatura...

Otros de los temas que se ha abordado trataba de dilucidar qué clase de tuit puede considerarse "literario". La respuesta mayoritaria se sostiene sobre la misma confusión lamentable (y por desgracia muy recurrente): limitar lo literario a textos (o a tuits) atravesados por la ficción. Se trata de un efecto colateral del dominio de la novela (y van casi ya cien años) tanto en el ámbito comercial como en el académico, y que demasiado a menudo nos induce a olvidar que se ha escrito muchísima literatura valiosa (crónicas, aforismos, ensayos) de espaldas a la ficción.

En cualquier caso, el aspecto que más me ha impulsado a pensar es el problema del "transporte" que se pone de manifiesto cuando después de agrupar los tuits antologados se pretende trasladarlos a un libro editado en papel.

Es curioso, pero esta operación muestra su aspecto más problemático precisamente cuando se plantea con la mayor naturalidad e inocencia. Vamos a ver, ¿qué distingue un tuit de cualquier otra secuencia con ambición literaria que no sobrepase los 140 caracteres? Si alguien quiere publicar un libro de aforismos, ¿qué más le dará al lector si los ha escrito a mano o en Word, conectado a Internet o en un escritorio, en un cuaderno o en una servilleta, en una tableta desde el avión o de receso en una casa rural? ¿Desde cuándo somos fetichistas del espacio, del sitio dónde se escribe? ¿Deberíamos añadir a cada frase o párrafo de cualquier texto un código donde se explicite dónde se nos ocurrió, cuándo lo escribimos, cómo lo corregimos?

Claro que tiene valor sociológico, histórico y psicológico averiguar qué se escribe en las redes sociales, pero nada de eso añade o altera el valor literario. Me parece que no hay nada distintivo en un tuit más allá de que se ha publicado en Twitter. Pasa un poco como con los graffitis, que extraídos de su emplazamiento original (ya no digamos transcritos a una tipografía convencional) pierden todas sus marcas distintivas. A mi modo de ver (aunque no lo tengo del todo claro) solo hay dos opciones: o se lee el tuit en su salsa (en la propia Red) o si se pasa a papel la frase, el verso o el pensamiento debe valerse por sí mismo, con independencia de dónde procede, en pie de igualdad con lo escrito a mano o en el ordenador. Ambos casos vendrían a señalar que el viaje (hacia el papel) no le sienta bien a la tuitliteratura, por no decir que la desintegra.

@IAjena

Demasiados incendios

Ya se sabe que una pequeña hipérbole a veces nos viene bien a los que escribimos para llamar la atención del lector distraído, ya no digamos cuando se trata de un medio digital en el trance de destacar su titular entre las montoneras diarias de artículos. Lo que ya parece más sospechoso (tanto que huele a chamusquina) es que cada pocas horas las redes "ardan". Una veces por las declaraciones de fulanito, otras por el desaire de menganito, porque Pepito ha sido demasiado políticamente incorrecto o porque Joselito no ha respondido a tiempo, tanto da, el fenómeno es de una puntualidad británica. Si de verdad ardiesen por estas nimiedades deberíamos admitir que sus usuarios son unos flojeras y que las redes sociales están formadas por una sucesión de montículos de cenizas. Reiterada hasta la saciedad la expresión ha perdido su efecto de reclamo, aunque todavía puede servirnos como orientación inversa a lo que pretendían: cuando escuchen que las redes han vuelto a entrar en combustión pueden estar casi seguros de que no está pasando nada de nada.