Image: A pie de página

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Opinión

A pie de página

11 diciembre, 2015 01:00

Marta Sanz

Quienes nos dedicamos al oficio de escribir a menudo viajamos presentando nuestros libros, participando en clubes de lectura, recitando poesía, dando charlas en institutos. Poder disfrutar de esas experiencias, que llamamos "bolos" utilizando una metáfora farandulera, es una suerte. Se hacen amigos, a veces muy buenos, y siempre se desea regresar a ciertos lugares. A muchos. Hace poco he estado leyendo en Valladolid poemas de Cíngulo y estrella mientras me reencontraba con Antonio e Isabel, Jorge, Carmen, Mar y Pablo, Elena y Víctor, el imaginativo e indestructible Rubén García... Amigos que no habría conocido de no ser por un librero, Enrique Señoráns, que me invita y hace todo lo posible porque me sienta mejor que en mi propia casa. Hay veces que donde hay confianza no da asco. Enrique tiene una pequeña librería, A pie de página, y lucha por sacarla adelante. Él resume bien su trayectoria. "Cuatro años, 203 presentaciones de libros y algunos amigos como vosotros. Antes pasé por otras dos librerías. 21 años de librero. Muchas cajas y amor por los libros. Soy el mejor cliente de mi librería".

De no ser por personas como Enrique y como el indestructible Rubén, que me llevó al Aula Triste de la Universidad de Valladolid para reflexionar en torno a la pregunta "¿Todo es poesía?", temo que la cultura se habría muerto hace mucho tiempo. Gente como Enrique y Rubén imaginan, establecen redes, solucionan problemas y se gastan el dinero que no tienen en que escritoras como yo hagamos nuevos lectores. Ahora Rubén y Enrique andan maquinando algo para promover la cultura entre la población presa. Espero que lo consigan. Igual que espero encontrarme a Enrique al pie del cañón en A pie de página en mi próxima visita a Valladolid. Después de haber hablado de libros, seguro que él me sacará a bailar.