Gonzalo Torné

El limbo entre el final del año en curso y el principio del año en ciernes (ese corte más o menos arbitrario, dictado antes por el calendario que por el ritmo de nuestras actividades, que separa un tiempo viejo de un tiempo renovado) me ha parecido dominado, al menos en el terreno del entretenimiento, por el estreno de una nueva trilogía de la saga de Star Wars.



Como el anuncio de que iban a retomarse personajes y situaciones, y las noticias sobre quién iba a dirigir la película, quién la escribiría y qué actores la protagonizaban ya se sabía desde hacía tiempo la alegría entre los seguidores ha parecido esta vez como algo ya amortizado.



De manera que me ha llamado mucho más la atención el enfado y el disgusto de sus detractores que en la Red han salido en auténticas trombas.



He leído las críticas más articuladas con cierta expectativa. ¿Será posible que por una vez se atenúe la inercia, colindante con lo servil, con la que se reciben y se acogen los productos de la cultura de masas estadounidense, con la que nos hacemos eco del enésimo epígono de Faulkner o de Bellow? Bueno, enseguida me di cuenta de que esta era una esperanza excesiva, por no decir de una candidez que da algo de apuro reconocer.



Muchos de los internautas entestados en expresar su desagrado (una repelencia casi física) parecían un espejo (o un correlato) de lo que pasaba entre los críticos profesionales. Bastaba con escarbar un poco para darse cuenta que sus trayectorias no brillan precisamente por oponer reparos bien estructurados y conscientes a la continua invasión de tontería de la Internacional Papanatas en la que se ha ido transformando la industria cinematográfica. Al contrario, más de uno se ha hecho su huequecito jaleando ñoñerías de autoayuda encubierta o burlándose sin gracia de los esfuerzos que hacen algunos cineastas empecinados en mantener sus películas en la dimensión del arte.



Descartada la hipótesis de la resistencia ideológica me parece que esta oleada de disconformidad se sustenta en un hábito muy español (al menos según Jaime Gil de Biedma) que consiste en "fastidiar fastidiándose", o lo que viene a ser lo mismo: en expresar un desagrado casi íntimo a ver si así conseguimos coartar la alegría de tantos otros, un poco como diciendo: "A ver si se piensan que les vamos a dejar disfrutar como si nada". El caso también desvela uno de los rostros menos favorecedores de la Red y que se podría expresar en un lema: "¡ni un disgusto sin expresar, ni un prejuicio silenciado!".



Mientras escribía el artículo se le ha ido desprendiendo una especie de sombra, de tema alternativo que por momentos me parece más interesante que lo expuesto esta semana: ¿para quién se escriben las críticas de las películas de Star Wars? O si se prefiere: ¿de verdad tiene algún sentido escribir críticas sobre una película de entretenimiento, sobre una novela de género, sobre la música de los anuncios? Pero cómo el asunto es intrincado y el espacio breve vamos a dejar esta cuestión para el episodio dos, la semana que viene.



@gonzalotorne

Lo bueno del año

Bueno, ya no merece la pena engañarse. Si el mundo digital ha traído una novedad indiscutible en el terreno que fluctúa entre lo artístico y lo comercial es la saturación de listas. Hay literalmente cientos, hay incluso una lista con las mejores listas; el fenómeno es ya insoportable. La reiteración no solo invalida el impacto, sino que envuelve las listas con un aura cómica, cualquiera se las toma en serio. Como estas dinámicas no suelen volver atrás y también se aprecian cosas buenas en la diversificación (ya se las contaré cuando se me pase el empacho), propongo un pequeño cambio, a ver si así salimos del aburrimiento: arrumbar el fetichismo del diez y elaborar listas mucho más cortas, más injustas, más comprometidas y emocionantes, donde haya más en juego. A ver si así conseguimos, como sugería con tino en Twitter Claudio Ortega (@clorgu), que por fin se nos informe de lo verdaderamente bueno del año, de lo indispensable, de eso que suele ir escondido bajo el eufemismo contemporizador y de compromiso conocido por todos como "lo mejor del año".