Un poco excesiva me pareció la queja que lanzó el otro día Sara Mesa en El Norte de Castilla."Boicot al escritor", tituló su columna, y allí hablaba, a partir de un viejo artículo de Sánchez Ferlosio -cuya postura en esto es conocida-, de lo latoso que es para el literato de éxito atender tantas peticiones como le llegan. Ponía dos ejemplos propios, de una sala de teatro andaluza y de un suplemento cultural, muy alejadas ambas, lamentaba la escritora, del terreno de sus intereses. ¡Pobres autores! Me cuentan mis amigos periodistas que cuando están de gira promocional no les cuesta tanto, más bien lo contrario, multiplicar sus colaboraciones.

Es curioso que la Orquesta Nacional haya pasado de no tener ningún director a contar con cuatro casi de golpe. La sustitución de Josep Pons se complicó generando un prolongado vacío de poder. Finalmente Félix Alcaraz le echó el lazo al promisorio Afkham, hoy aclamado titular de la agrupación. Pons sigue de momento vinculado como director honorario. Y ahora, con el fichaje de Juanjo Mena como director asociado y el de Christoph Eschenbach como principal director invitado, se ha conformado un peculiar quatriumvirato, que vamos a ver cómo se maneja. Todos quieren, dicen, afinar y asentar la personalidad de la orquesta, que cada día vuela más alto.

Me cuentan que lo de Leonardo Padura en Francia mueve al asombro: alentados por la nueva apertura cubana, se están editando todas sus novelas y aparece en las principales revistas literarias, sin que el lector francés, por supuesto, sepa por qué en España nos hace tanta gracia que su detective emblemático se llame Mario Conde. Ellos, con Bernard Tapié o Strauss-Kahn tienen suficiente.

Al final, y después de mucho buscar, será James Franco quien lleve a la pantalla la novela Meridiano de sangre de Cormac McCarthy. El ecléctico Franco ya había adaptado la novela del norteamericano Child of God, así como el clásico El ruido y la furia de Faulkner. Me lo cuentan los de la revista Caimán. Cuadernos de Cine, que celebra su número 100 con una macrolista en la que 350 cinéfilos han votado por Viridiana como la mejor película del cine español de todos los tiempos. Enhorabuena, pues, caimanes.