Image: Los hermanos heridos

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Opinión

Los hermanos heridos

3 junio, 2016 02:00

Se llama Joseph Andras, tiene 32 años y es la nueva gran promesa de las letras galas pero no solo se niega a hacer promoción, también ha rechazado el premio Goncourt a su primera novela. "La competición, la concurrencia y la rivalidad son a mis ojos nociones extrañas a la escritura y la creación. Como autor, valoro mi independencia y quiere estar lejos de podiums y proyectores", ha dicho Andras. Les frères blessés (Los hermanos heridos) está basada en la historia de Fernand Iveton, comunista y anticolonialista francés de madre española que fue ejecutado después de ser capturado cuando pensaba atacar con bomba una instalación de gas. El misterio está servido y hay incluso quien duda de que Andras exista, aunque su editora lo certifica. ¿Habrá aqui algún autor novel que renuncie a un premio así?

Una de las más exquisitas editoriales españolas ha sido vista en el frontispicio más notable del papel couché nacional: la revista ¡Hola! Hablamos de Acantilado, protagonista involuntaria de la última portada del semanario. Pero no se alarmen, señores, no estamos ante una retorcida manifestación del ‘Síndrome Vargas Llosa'; es que la Reina Letizia, cuyas inclinaciones culturales son de sobra conocidas, le regaló a Penélope Cruz un libro de Natalia Ginzburg, Las pequeñas virtudes. ¡Quién se lo iba a decir al sello que nos descubrió a Stefan Zweig!

Por lo bajini, pero sí: hay apuestas. Apuestas por quién dirigirá a partir de junio los Teatros del Canal, una vez que abandone el puesto el gran (sí, el gran) Albert Boadella, que tan soliviantados tiene (cosa fácil) a los lobbies de las feministas más guerreras. Yo apuesto por una mujer (claro) de nombre Natalia Menéndez, que tan bien lo ha hecho -y lo hace- al frente del Festival de Almagro.

Enfrentamiento en Inglaterra de las dos instituciones que custodian la dramaturgia del Bardo: la Shakespeare's Globe y la Royal Shakespeare Company. La nueva responsable de la primera, Emma Rice, ha confesado que no ha leído toda su obra y que no dudará en cercenar los pasajes que se atraganten al público. Frente a ese ¿sacrilegio?, se ha revuelto Erica Whyman, adjunta a la dirección de la segunda: "Me enfurecen los cortes del original cuando alteran el ritmo y el argumento. Suponen una actitud paternal frente al espectador".