Image: Estrategias de borrado

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Opinión

Estrategias de borrado

17 junio, 2016 02:00

Gonzalo Torné

Varias personas me han preguntado (señal de que va prendiendo mi imagen de especialista) por el Snapchat, una red social cuyo principal reclamo (o al menos su rasgo más llamativo) parece ser el borrado de cuanto allí se emite, algo así como escribir (o publicar) sobre la arena.

Su éxito tiene algo de llamativo porque entre los usuarios de Twitter está bastante mal visto borrar las propias emisiones. Los argumentos son variados: el más disparatado (que no me resisto a compartir) me lo transmitió (ofendidísimo) un usuario con vocación de fake y sonaba algo así como: "cualquier emisión en una Red deja de pertenecer al emisor y pasa a ser de dominio público, borrarla significa sustraer una ‘información' que es propiedad de la colectividad, y está muy mal hecho". Si esto fuese cierto en el espacio virtual no tendríamos la oportunidad de borrar (así que de alguna manera sí que nos pertenece lo que escribimos) y quizás en el físico deberíamos llevar un registro (de consulta pública) de las cosas que decimos.

El resto de argumentos son sencillos de imaginar, más atendibles si se quiere, pero tampoco del todo convincentes: pasan por considerar que borrar no es de personas "auténticas", que supone una alteración de la cronología (como aquella teoría que afeaba volver a corregir novelas antiguas pasados, pongamos, diez años), que deja abandonados en el vacío a aquellos que interactuaron con el tuit… Argumentos que chocan todos en el mismo escollo, para aceptarlos hay que asumir que el despliegue de textos en la Red es significativo en tanto que histórico, y no un intercambio simpático y anecdótico. Basta con no tomarse de manera tan solemne y seria el asunto para que la norma ‘moral' quede sin aplicación. (Por otro lado, los motivos para borrar son bien variados, algunos tan inocentes como cierta despreocupación por lo que uno mismo dice, aburrimiento del personaje o ganas de quitarse transcendencia a la propia actividad digital).

No soy muy partidario de las explicaciones generacionales, pero dado que según los expertos Snapchat es una Red preferida por los más jóvenes admite una lectura de este tenor, aunque sea tentativa. Acostumbrados como estamos los ‘adaptados digitales' a que se nos presenten las redes como un espacio donde uno se expone, se expresa, se manifiesta, se da a conocer y si hay suerte se promociona, puede resultar sorprendente que las últimas levas de nativos prefieran espacios de comunicación donde no se deje rastro, donde la conversación sea efímera y se pueda desandar lo andado, reinventarse, evitar ser observado por admiradores, vecinos y rivales (¡y padres!).

Pero igual si lo pensamos dos veces tiene sentido: pasada la novedad y el deseo de destaparse, una vez naturalizado el espacio de la Red, ¿no sería ridículo (y un tanto tormentoso) la pretensión de dejar constancia de cada inscripción digital? ¿No tomaríamos por loco y echaríamos de nuestro lado con cajas destempladas al primer conocido resuelto a registrar las frases de nuestras conversaciones, tanto más valiosas cuanto más indeliberadas y cuanto menos previsible es lo que a fin de cuentas, al cabo de unos años, recordaremos?

Retransmisiones cubistas

Desde hace algún tiempo he perdido la paciencia para ver o escuchar entera una retrasmisión deportiva (en buena parte por el frenesí baboso de los locutores), sin embargo me queda todavía un residuo (a veces muy vivo) de interés que aplaco con un estilo nuevo de seguir el partido o la carrera que consiste en ‘verlo' por las redes sociales. La experiencia recuerda, de manera un tanto extraña, a algunos de los viejos lemas de la vanguardia: no hay narración continua, no se ‘impone' un narrador privilegiado, se cruzan y se suceden (desjerarquizadas) las voces, algunos lances del juego se comentan una y otra vez mientras que otros soportan atrevidas elipsis, y se produce una interesante mixtura de géneros (ensayístico, narrativo, lírico) y de tonos (dramático, cómico, pseudo-épico, victimista) en conjunto bastante impresionante. No negaré que uno se entera justito del juego (aunque se entera), pero lo más relevante de estas retransmisiones por Red es lo cerca que están de una locución cubista: sin perspectiva, sin volúmenes… todo líneas explorando su propia fuerza combinadas casi al azar, pura superficie.

@gonzalotorne