Arcadi Espada

Casi dos años después de la muerte de Jaume Vallcorba, Acantilado sigue haciendo libros con el gusto y la delicadeza habituales. Cabe agradecer esta continuidad, tan rara y difícil, a la que fue su mujer, Sandra Ollo y al equipo editorial que ha debido de mantenerse sin grandes variaciones. Su última pequeña joya es La eternidad de un día. Clásicos del periodismo literario alemán (1823-1934). Francisco Uzcanga se ha encargado de la edición. Hay artículos de Heine, de Kraus, de Erwin Kisch, de Toller... Y dos de Joseph Roth. Voy directo.

Roth tiene inmensas virtudes como escritor y la inteligencia es la primera. Hay críticos que prefieren a los escritores tontos, porque dicen que así construyen más libre y fluidamente sus relatos; pero solo patrocinan al escritor tonto para que no les ponga en evidencia. Roth es muy inteligente, y tiene además esa cualidad tan misteriosa de los grandes. Vas leyéndolo con la ilusión confidencial de que solo escribe para ti. Los dos artículos escogidos son buenísimos. Uno trata de hoteles. "Soy un ciudadano de hotel, un patriota de hotel", escribe. Yo también. Como lo era mi amigo Félix Güell, que antes de los 20 años ya escribía a su querido Armand de Fluvià: "A mí lo que me va es la vida de hotel". El otro artículo inspira el título del libro. Trata de los periodistas y el tiempo: "La verdadera actualidad no se limita a veinticuatro horas; concierne a la época, no al día. [El periodista genial] conquista el milenio porque domina su década a la perfección". El artículo va muy cargado. Su cima está aquí: "El reportaje no necesita hoy en día ser elevado a la categoría de género artístico; posee ya forma artística, la suya propia, precisamente porque trata "solo de hechos reales".

Cuántos disgustos habría ahorrado al mundo don Capote si antes de escribir sus novelitas non fiction, hubiera leído este párrafo. El relato de los hechos jamás tuvo que adoptar la forma de la ficción. Se nota siempre que el frac es alquilado.

@arcadi_espada