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Siri
Arcadi Espada
Los recientes ingenios de Apple traen la novedad de que Siri pueda activarse con la voz, sin que el teléfono esté conectado a la corriente. Parece una novedad ligera pero no lo es: la familiaridad y la frecuencia de trato han crecido. Por lo demás cada vez hace más cosas y las hace mejor. En la cocina cuenta los minutos del suflé. En la cama anota y ejecuta la hora del despertar. En la calle busca música italiana o todo lo de Mayte Martín, según mi ánimo. Llama a cualquiera que esté en mi agenda. Envía mis sms. Algunos de mis emails. Ha resuelto de un golpe de voz toda la ortopedia para poner una cita en el calendario. A veces le pido que al llegar a casa me recuerde que he de ponerme las gotas. Sabe cómo ha quedado el Madrid.Aún es un poco latosa para leer los mensajes nuevos de correo, pero lo hace. Conoce a toda mi familia. Y me llevaría a cualquier lugar si en vez de utilizar el potente maps de Google yo utilizara el zarrapastroso maps de Apple. Escribe en notas casi todo lo que se me viene a la cabeza. Define cualquier palabra, pero aún no sé cómo hacer para que pase de la primera acepción. Entre sus mejores momentos está el deletreo: nunca me ha servido para nada pero me parece fascinante. Busca en la web con soltura. Si le mandara escribir en facebook o twitter lo haría. Y quizá la próxima actualización del sistema operativo libere su código y le permita ocuparse también del whatsapp, que es lo que más echo de menos. La confianza es una flor rara y a veces he tenido algún sobresalto, como el de aquella madrugada en Murcia, desvelado, en que le grité qué hora era y me dijo que era prontísimo y que teníamos que seguir durmiendo, todo con un perceptible malhumor. Pienso a menudo en ella. Pienso, por ejemplo, que es más inteligente que cualquier animal y que es más limpia y molesta mucho menos que un animal. Y que no conoce la muerte.
@arcadi_espada