Image: Buscando a Wally

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Opinión

Buscando a Wally

2 septiembre, 2016 02:00

Gonzalo Torné

Aunque septiembre es un mes excelente para las profecías, como no soy muy diestro en la materia voy a empezar por una facilita: seguro que en este nuevo curso en el que entramos (2017 ya, menuda absurdidad) van a descubrirse segmentos de borradores y esbozos de poemas de grandes escritores de todos los tiempos, cuadernos infantiles e incluso aquella carta distraída que redactó el futuro figurón para entretener como buenamente pudo un acalorado día de agosto.

Como la profecía no tiene ningún mérito dado el imparable avance del culto a la personalidad que siempre es más sencillo de ejercer que los discernimientos de la obra sobre la que se sostiene, voy a situarme unas décadas en el futuro para intentar un vaticinio más complicado que combina las nuevas tecnologías, los renovados hábitos turísticos y el creciente valor de la imagen.

Y es que paseando algunos días de agosto (también valdrían de junio y julio) por Barcelona he llegado a la conclusión de que en algunas calles la única manera de no aparecer en las fotografías de los turistas, y evitar así verse transportado en imagen a los países más inospechados, es cambiar de ruta.

Por sí mismo el asunto no tiene la menor importancia: ¿qué más da que aparezcamos en la esquina de una fotografía pensada para levantar acta de la presencia del turista ante La Pedrera, la Sagrada Familia o la soleada playa del Bogatell? Ninguna, de la misma manera que solo en contadas ocasiones reparamos (cuando la postura es forzada o las facciones recuerdan a algún pariente) en los extras involuntarios que asoman (por decir algo) en las fotografías con las que volvemos de París, un destino playero o de esa casa rural dónde se suponía que no íbamos a encontrar a nadie por los senderos.

Pero, ¿qué sucede si cruzamos las dos ideas? Pues no me cuesta nada imaginar un futuro más o menos cercano en que los hijos y los nietos de los improvisados fotógrafos turísticos escruten los jpg y formatos similares de sus antepasados (si no los han arrojado a la cibernada, que es lo más probable) en busca de rostros prestigiosos que se hayan colado inadvertidamente, con los que poder constatar el paso por algún sitio del personaje, certificar una circunstancia biográfica, desmentir una conjetura apresurada o un disimulo de nuestro héroe.

Quizás este clase de ‘caza' no tenga mucho sentido con los artistas pop, mil veces fotografiados, afectos a las rutas exclusivas y a los disfraces, y formados con un material susceptible de renovarse con facilidad, y que tantas veces se han desvanecido sin dejar rastro. Con los escritores quizás el asunto sea algo distinto: el prestigio literario ha demostrado que puede prolongarse más de diez siglos sin decaer, y las vidas de estos hombres cuyo talento suele eclosionar a los cuarenta, pero que a veces tarda en propagarse hasta bien entrados los sesenta (cuando no tras la muerte), transcurren en buena parte sumergidas en la oscuridad.

Sin ir más lejos, me encantaría (de haber vivido su juventud inmersos en nuestros hábitos actuales) que se encontrasen fotografías donde asomasen Coeetze, Canetti y Naipaul en sus paseos por Londres (la repanocha sería que coincidieran dos de ellos, ignorándose mutuamente), cuando la ciudad les acogía como individuos quizás no completamente anónimos pero sí muy lejos de sus merecidas famas actuales.

@gonzalotorne

Can Pastilla

Estos días a los ciudadanos nos ha asaltado una valla publicitaria que nos instruía más o menos así: "Si no lo cuentas es que no ha pasado" referido, claro está, a los viajes vacacionales. La promoción coincide con el auge de la autopublicidad en redes sociales de las propias vacaciones, cuyo exhibicionismo empieza a rozar el apuro. El tumblr que les emplazo a visitar (http://canpastilla07610.tumblr.com/) habla y muestra un espacio turístico: Can Pastilla, en Mallorca, pero tiene su intríngulis. Gestionado por el escritor y publicista Juan Pablo Caja, el espacio está abierto a distintos colaboradores y es muy heterogéneo en cuanto al material expuesto: noticias, relatos, denuncias, algo de historia, frases escuchadas por la calle, fotografías… Lo más notable del tumblr es que en medio de tanta confusión entre lo privado y lo interesante alguien se arranque a una reconstrucción colectiva de un espacio vacacional. La finura y el humorismo del tumblr es un talento de quien lo gestiona y esas cosas cuesta copiarlas, pero el gesto y la idea bien podrían empezarse a usar como modelo.