Siempre es un lujo comprobar, ya sea desde la distancia, el fervor casi religioso que despierta el Festival Cervantino de Guanajuato, en México, que con tanto tino dirige Jorge Volpi. Mariachis, luz y colores, canciones ligeras (se oyó, me cuentan, México lindo y querido y Bésame mucho). Ya se sabe que los festivales no son el sitio más propicio para leer, pero, qué diablos, es sano pasarlo bien en nombre del más grande escritor español que vieron los siglos. Aunque Volpi se puso serio en la apertura y, tras reivindicar la memoria del imperecedero Cervantes, afirmó que México, por siempre infortunado, ha sido desde hace 400 años gobernado por "una larga caterva de tiranos nacionales".



La danza en España camina hacia el abismo. Los índices de consumo cultural alertan del descenso dramático de espectáculos programados. A nuestros bailarines y coreógrafos nos les queda más remedio que exiliarse (cuando no colgar las zapatillas como ha hecho Teresa Nieto), como queda claro en el reportaje que publicamos la semana pasada. Aeropuerto y manta. Por eso la envidia me reconcome cuando veo estos días en la Bienal de Lyon, que es a la danza lo que Cannes al cine, a un público abarrotando cada día la Maison de la Danse, enorme edificio consagrado en exclusiva a esta disciplina desde su construcción en 1968. Durante las funciones, silencio sepulcral y respetuoso. A la salida, conversaciones versadas en los corrillos... Sí, mucha envidia.



Ojo con este nombre que va a dar mucho que hablar -lo está dando- en la escena. Es el actor Oriol Pla, que ha paseado por Barcelona Be God Is con la compañía Espai Dual, un espectáculo sofisticado y difícil, cercano al cabaret, capaz de reunir sin estridencias música, teatro y circo. Ahora llega como el estudiante Carlo Giuliano al Teatro del Barrio de Madrid con Ragazzo tras pasar por el escenario del Lliure. Sí, en el cine lo vimos, más joven e inexperto, como Nico en Truman, de Cesc Gay, y David en El año de gracia de Ventura Pons. Habemus estrella.



P.D. Adivinen qué director español está en conversaciones para rodar un capítulo de la serie televisiva de culto Black Mirror. Todo porque el creador de la serie, Charlie Brooker, que estrenará en breve nuevos capítulos, se ha declarado fan suyo.