Image: Una expropiación

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Opinión

Una expropiación

13 enero, 2017 01:00

Arcadi Espada

Aunque nadie parece percibirlo, el ministro de Cultura tiene un trabajo enorme. Debe reconstruir un sistema cultural. Su tarea es la de todos los ministros de la especialidad. Y la que encararía un ministro de Industria en medio de un proceso de desindustrialización. Buena parte de las estructuras que han organizado la cultura desde la modernidad están dañadas. El consumo de periódicos, de libros, de música o de películas afronta un doble conflicto. La imperiosa necesidad de que las empresas encuentren un modelo de negocio razonable en el abrumador paisaje digital. Y que una alianza entre la norma y la tecnología acabe con la ilegalidad de las formas de consumo, porque internet ha supuesto para muchas empresas culturales la competencia salvaje del ladrón.

La política es imprescindible en la reconstrucción del sistema. Y la reciente experiencia española en la materia, muy mala. Hace unos años los idiotas de todos los partidos (pero, en especial de ese sorprendente partido transversal que podría llamarse Podemos Popular) desataron una ignominiosa campaña contra las entidades de gestión de los derechos de la propiedad intelectual que, entre otras virtudes, destruyó para siempre la reputación de muchas personas. Y que provocó, a contracorriente de Europa, la derogación del canon digital y el absurdo cargo a los presupuestos de la antigua tasa sobre los soportes de grabación.

Los tribunales han obligado ahora a desandar el camino y es de esperar que la política esté a la altura: que Méndez de Vigo dé las primeras señales de tener conciencia del reto y llegue a un acuerdo rápido con las entidades. El acuerdo habrá de incluir la restitución. O sea, los ingresos que los creadores dejaron de ingresar en esos años nefastos. Porque la cultura española fue sometida a un proceso político de expropiación y ha llegado la hora de las correspondientes y justas indemnizaciones.