Image: Periodismo de gesto

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Opinión

Periodismo de gesto

10 febrero, 2017 01:00

Gonzalo Torné

Twitter tiene un botón nuevo. Se llama, agárrense, "Momentos" y su icono es un relámpago. Esta función o aplicación, además de adaptarse a toda clase de formatos (ordenadores, tabletas y móviles), permite organizar los tuits por temas, lo que supuestamente debe constituir una ayuda en una red social que destaca por la "fugacidad de los mensajes", un auténtico "laberinto en tiempo real". Una ayuda extraña considerando que si uno está en Twitter se supone que la fugacidad y la aparición invasiva de distintas perspectivas no deben molestar demasiado... o se pasaría el día mareado.

Podría detenerme en la presentación que Twitter hace de su nuevo ingenio: ese "Momentos" empapado de la cursilería de la emoción y de la experiencia… pero mejor lo dejamos para otro día...

Vayamos a "Momentos". Démosle al botón. ¿Qué vemos, qué aparece? Pues las mismas noticias comprimidas en el sumario del telediario, más cuatro o cinco chascarrillos. Si rascamos un poco descubrimos que mientras el usuario no se ponga a seleccionar (la publicidad, evidentemente, habla de "crear") sus propios "Momentos", lo harán por defecto "empresas de comunicación y medios audiovisuales".

Es decir, Twitter ni siquiera se toma la molestia de escarbar entre sus millones de usuarios en busca del mucho contenido original que genera, sino que propone una homogeneización: se borra, se asimila, se devalúa a sí mismo. Por si fuera poca pereza, sus "Momentos" están descaradamente dominados por noticias de ámbito anglosajón, referidas a temas tan generales, disponibles en cualquier periódico del mundo, que en lugar de noticias suenan como ecos (algunos bien revenidos si tal cosa es posible).

Pero un momento, un momento, ¿no está haciendo lo mismo el periodismo digital?

Se me ocurren dos reflexiones que, aviso, van a confluir en la misma denominación. Por un lado la alegría con la que el mismo "opinionato" del digital y sus columnistas que apenas han investigado ni se han pronunciado sobre abusos que tenían al alcance de la mano como las "cláusulas suelo", la "ley mordaza" o la corrupción nuestra de todos los días, se abreva a escandaleras internacionales contra el nuevo presidente de los Estados Unidos. La ligereza con la que renuncian a intervenir en un ámbito donde podrían ser de utilidad para disolverse en un océano donde son del todo prescindibles invita a pensar que su trabajo contribuye a alimentar una cortina de ruido que solo vale para dificultar el debate o la información sobre asuntos concernientes.

Por otro lado, ¿cuándo se darán cuenta de que en un mundo globalizado lo que menos interés tiene es repetir noticias "globales", ya no digamos glosarlas, siempre orientadas a la misma zona geográfica? Entiendo que hace treinta años tener un corresponsal en Nueva York sonaba como una cosa de lo más cosmopolita, pero este desaforado empeño por repetir y repetir y repetir lo que ya hemos leído en los medios estadounidenses es un signo de provincianismo que debería avergonzar (una vergüenza instantánea y fulminante como el relámpago que sirve de icono a los "Momentos") a quienes lo practican.

¿Y qué practican? Pues por su inanidad y su gregarismo propongo llamarlo a la espera de acuñar un nombre mejor: "periodismo de gesto".

@gonzalotorne

La, la, la...

¿Se acuerdan del famoso "boca-oreja"? Se trata de un fenómeno intangible, pues no hay manera de estudiarlo, consistente en una cadena de recomendaciones disparada en distintas direcciones que incrementa de manera sorpresiva (o al menos inesperada) las ventas de un libro o la asistencia de un espectáculo. Si el boca-oreja iba realmente bien podía desembocar en otro tópico y pasar a estar "en boca de todos". Desde que hay redes y que estas "arden" el fenómeno ha dejado de ser intangible y ahora lo podemos estudiar en tiempo real. El último caso ha sido la película La, La, Land. Con lupa debería buscar entre la gente que sigo que todavía no se haya manifestado aunque sea por la vía negativa de afirmar que no le interesa o que no irá a verla (inequívoco indicio de que el "objeto artístico" ha triunfado). Se me ocurren varios comentarios a cómo puede afectar a la lectura o al visionado tanto ruido pero por el momento dejémoslo en una pregunta: ¿alguien está estudiando el "boca-oreja" ahora que ya no es un fenómeno invisible y deja numerosos rastros?