A falta de tiempos mejores que no acaban, ay, de llegar, nos hemos acostumbrando a celebrarlo todo, ya sea los primeros cinco años de una editorial, los 200 números de una revista o las terceras y cuartas ediciones de un libro aunque no se hayan vendido aún ni la primera ni la segunda. Menos mal que a veces sobran los motivos para la fiesta, como las cuatro décadas que está a punto de celebrar ahora Gedisa, con sorpresa incluida: mientras su editor, Alfredo Landman, revisaba los archivos, encontró los informes de lectura que un primerizo autor llamado Eduardo Galeano hizo para la editorial a mediados de los 70. Es pronto para saber si se publicarán o no, pero algo muy raro tendrá que pasar para que no acabemos leyéndolos. Al tiempo.



Tras el patinazo distópico de su penúltima novela, Dos años, ocho meses y veintiocho noches, Salman Rushdie anuncia su regreso a la ficción clásica con The Golden House (La casa dorada), un relato que desnuda las contradicciones de la sociedad estadounidense de los años Obama. Con abundantes guiños literarios y cinematográficos, uno de los protagonistas es un joven director de cine cuya relación con una familia atormentada por una tragedia le ayuda a madurar. A través de él, Rushdie retrata sin concesiones pero con mucho humor una época convulsa, la del Tea Party, las conspiraciones del FBI, el escándalo Wikileads y la huerta ecológica en la Casa Blanca...



Un gustazo la coincidencia en la cartelera madrileña de tres trabajos teatrales tan meritorios alumbrados en el Lliure: In memoriam. La quinta del biberón y Mujer no reeducable (memorable Míriam Iscla), dirigidas por Lluís Pasqual, y Las bodas de Fígaro, ‘restauradas' por Lluís Homar. La pena es que el viaje de vuelta en este intercambio escénico entre las dos principales ciudades del país esté atascado. Y no porque lo que se haga en ‘el foro', que diría un castizo, sea de peor de calidad sino por el emponzoñamiento que la política inyecta en la cultura. Esperamos que esta última no comulgue con tal anomalía.



Últimas noticias: casi agotado el gremio de los presentadores de informativos como ganadores de premios (faltan Matías Prats y Ana Blanco), la industria editorial podría apostar por otro filón: los hombres y las mujeres del tiempo, con más de una tormenta que narrar.