Image: Memoria

Image: Memoria

Opinión

Memoria

19 mayo, 2017 02:00

Arcadi Espada

Ahora imaginemos a un hombre que pudiera manipular su memoria. No solo extirpar determinados recuerdos. También deformar su sentido originario. No solo liquidar aquel episodio traumático en el camino de la estación. También añadir a la casa de los padres la habitación junto al patio que tantas veces se planeó sin éxito. Para que la manipulación sea posible hay que cumplir algunas condiciones. La primera es estar convencido de que los hechos existen de un modo y no de otro. Lo que Hobsbawm sentenció: "Roma venció a Cartago y no al revés". No se trata de una sentencia muy sofisticada y anotarlo es más bien una estupidez. Pero os haríais cruces de la gente que solo cree en estupideces. La segunda condición es técnica: hay que identificar la sustancia de los recuerdos, localizarla y manipularla: una de tantas variantes del llamado problema duro, que es el de vincular estados de conciencia con su soporte físico.

Estamos muy lejos de poder hacerlo pero cada vez más cerca. El cumplimiento de las dos condiciones supondría cambios radicales en la unidad del sujeto, que ya está hoy afectada por numerosas discusiones sobre el cerebro sucesivo y la posibilidad de que el que fue no sea el que es. Una discusión útil cada vez que detienen a un viejecito en una granja de la Patagonia, adorado por sus vecinos e incapaz de una mala palabra, y comprueban que de joven sirvió sacrificadamente en Auschwitz. Pero ni siquiera la más radical de esas especulaciones acaba con la evidencia de que somos lo que recordamos y que gran parte de lo que seremos se basa en los recuerdos. Y por lo tanto, un sujeto realmente capaz de decidir hoy cuál fue su ayer es una hipótesis dificilísima para el criterio convencional de lo que es humano.

Pero, en fin, este es un artículo sobre las instrucciones de la llamada memoria histórica y el traslado del cadáver de Franco, y me estoy alargando.

@arcadi_espada