Gonzalo Torné

Cierto es que en esta sección se han hecho unas cuantas bromas sobre los profetas del ebook (para los despistados: se trataba de un grupo de señores y señoras que aseguraban la inminente supresión del libro en papel, tan inminente que lo pronosticaron para el año pasado) pero el motivo de tanta guasa no era la menor desconfianza hacia el futuro sino el despropósito de las propuestas. Tanto es así que les traigo para empezar el nuevo curso tres predicciones surgidas de la prestigiosa y un tanto enigmática "Singularity University", institución académica estadounidense instituida por la NASA en 2009, pero que desde que la financia quien la financia es más conocida como "La universidad de Google".



La primera de las predicciones es nada más y nada menos que la curación definitiva de la muerte, entendida como la fase final de la enfermedad del envejecimiento. "Ni el sida, ni el cáncer ni el hambre, nada podrá acabar con el ser humano", nos aseguran. Todo en unas tres décadas.



La segunda de estas predicciones señala que el empleo (que para el portavoz de la Singularity equivale, como en el Génesis, a una maldición) desaparecerá, pues en un par de décadas disfrutaremos de una abundancia tal que no será necesario ni pegar golpe ni echar un palo al agua.



La tercera señala que los estados serán sustituidos por las grandes corporaciones privadas, al fin y al cabo, ¿quién mejor para gestionar estos logros que los responsables de su desarrollo?



Todo esto se conseguirá gracias a un progreso exponencial de la Inteligencia Artificial (que de momento sigue incapaz de superar de superar el Test de Turing más allá de los comunicados algo magufos de Facebook sobre conversaciones incontroladas entre robots) que en tres o cuatro décadas se habrá vuelto más inteligente, más ética y "más superior" que los humanos (según el futurista José Luis Cordeiro tendrán también: "un cuerpo espectacular").



¿Y qué será de los humanos en medio de esta versión robótica del mens sana in corpore sano? Pues bien, supuestamente nos uniremos en una gran inteligencia colectiva, una nube planetaria a la que conectaremos "una cuarta parte del cerebro", y cuyo exocórtex nos transferirá, entre otras habilidades, la anhelada habilidad telepática.



Pese a las perspectivas algo repulsivas que abre esta fantasía de reverberaciones filo-arias yo me la tomaría algo más en serio que las profecías del digital. Y no porque sospeche que exista la menor opción de que en 2045 hayamos desterrado la muerte y la enfermedad, sino porque dada la fuerza de la institución desde donde se emite esta propaganda corremos el riesgo de que se den pasos en la dirección que supuestamente favorecería el proyecto: erosión de protecciones estatales y de derechos individuales.



Si de veras la "Singularity University" quisiera contribuir al desarrollo de la humanidad nos explicaría cómo suturar las brechas digitales y sanitarias que dejan a millones de personas sin acceso a la salud y a la Red. Pero en eso, como en el reparto de beneficios de la así llamada economía participativa, no parecen tener demasiada prisa, quizás a la espera de que sus robots de "espléndidos cuerpos" alcancen la cacareada superioridad moral y les den un merecidísimo coscorrón retrospectivo por golfos y quién sabe si también por farsantes.



@gonzalotorne

Selfie-serie-video-emotion

Entre los géneros visuales nuevos (no sé si artísticos) que se pueden encontrar en la Red sobresale sin que haya recibido todavía la merecida atención crítica uno que consiste en grabarse a uno mismo (o a la familia) mientras ve una serie de televisión, a poder ser llena de "inesperados giros de la trama" para que la emoción quede debidamente reflejada en el rostro. A falta de que le pongamos un buen nombre en inglés (¿selfie-serie-video-emotion?) sugiero a los lectores que busquen esta clase de videos en YouTube (como agente provocador se lleva la palma, por supuesto, la famosísima Juego de tronos) y me ayuden a esclarecer la siguiente duda: ¿cuáles les parecen los mejores? ¿Los más sobrios? ¿Los más afectados? ¿Los sinceros? Los que más me impresionan son aquellos donde las facciones de los rostros se agitan y se desbaratan sin que haya manera de saber si las emociones son reales o interpretadas, y que parecen transcurrir sobre el ambiguo filo entre la realidad y la ficción, y que miramos confusos como dicen que miraban nuestros abuelos las primeras películas en los primeros cines.