Luna Miguel

El último empujón lo dio un poema de Berta García Faet titulado "Este no es un poema feminista". Los versos de la española conmocionaron a una gran comunidad de lectores, que lo difundieron como quien comparte una verdad nunca antes dicha. Un secreto que necesitaba ser articulado por alguien ajeno a todos nosotros pero que nos representara. Y García Faet nos representa.



Por eso no es raro que la última palmada en la espalda de la poeta peruana Victoria Guerrero lo dieran esos versos, y entonces, con convicción y desde la esperanza, naciera lo que hoy es un pequeño grupo secreto de Facebook, pero también una bandera: el Comando Plath.



Bajo ese llamativo nombre, Guerrero y otro grupo de poetas de toda América Latina comenzaron a compartir inquietudes. Les sorprendía, les dolía y al mismo tiempo les reconfortaba haberse dado cuenta de que todas tenían algo en común. Algo que iba más allá de la literatura. Algo mucho más íntimo y terrible. De ese modo, decidieron escribir entre todas sobre aquello que les unía: empezaron a redactar, frase por frase, cada uno de los insultos, acosos o comentarios desagradables que habían recibido a lo largo de su carrera como autoras.



Aquel cadáver nada exquisito dio lugar a un poema. A un manifiesto escrito "desde el hartazgo y hacia la visibilización" con el que se dieron a conocer al mundo y con el que Comando Plath dejó de ser algo privado para convertirse en un espacio de debate, de ideas y de reconocimiento.



"Este no es un poema feminista, amigo mío. No te vayas", escribió una vez Berta García Faet. Y los que no se fueron se quedaron aquí, intentando demostrar que de toda esa rabia, que de todo ese miedo y esa violencia era posible sacar algo. Revertirlo para reivindicar un espacio y una libertad que tantas veces nos han sido negados. Así que "no te vayas: sigue así, amigo mío. Me gusta lo que haces con tu tiempo".



@lunamonelle