Image: Familiarizarse

Image: Familiarizarse

Opinión

Familiarizarse

2 febrero, 2018 01:00

Gonzalo Torné

Parece que ha pasado mucho tiempo pero en un plazo bastante breve se ha ido apagando el entusiasmo ante las posibilidades de mejorar el aprendizaje de los estudiantes más jóvenes con la inclusión de ordenadores personales en las aulas. De hecho, ya son unos cuantos los países dispuestos no solo a desaconsejar su empleo sino a prohibir su presencia en clase. Al fin y al cabo, las pantallas distraen, secan los ojos, fatigan la cabeza y sus recursos pedagógicos (la dichosa interactividad) son prodigiosamente inferiores a los que maneja un maestro corriente.

Este bajón de las tecnologías en la bolsa pedagógica se aprecia también en los museos, en casi todos encontramos aislados y desatendidos, como restos de una vieja guerra perdida que a nadie le interesa recordar ni denunciar, "pantallas interactivas" con distintos pasatiempos (mapas, juegos, cronogramas…). Bien mirado, era previsible, ¿teniendo al alcance de la vista (imaginen aquí, por su cuenta, el nombre de los pintores que más les interesen, estas listas quedan un tanto pedantes) quién no dejaría la información complementaria para consultarla confortablemente en casa?

La pantalla que sí ha triunfado en los museos es la del móvil. Con gran disgusto para los visitantes más puristas se ha convertido en el instrumento de mediación favorito entre el cerebro y el lienzo o la estatua, por encima del ojo. Ciertamente, el móvil no parece una instancia pedagógica, pero cuando lo maneja un crío de pocos años pienso que sí puede llegar a serlo.

Uno de los mayores desafíos que nos arroja cualquier arte pasa por familiarizarse con su lenguaje. Si uno no aprende a leer o a mirar "artísticamente" se aburrirá con los libros y con los cuadros, que al fin y al cabo no son objetos naturales.

Tal vez para propiciar ese contacto he visto que se sienta a los niños en el suelo del museo para que dibujen los cuadros que cuelgan en las paredes. El objetivo predilecto son obras oníricas o geométricas, no digamos si el museo tiene un Miró, entonces la fiesta es completa. No soy un especialista pero me parece una pedagogía medio espantosa, como si intentásemos familiarizar a un joven con la novela obligándole a copiar las primeras páginas de una. Eso sí, parece mejor que otra que he visto y que consiste en contar historias a los niños a partir de los cuadros, con escasa relación con el tema, ya no digamos con el propósito del pintor, y que cuando el cuadro es de Dalí o de Magritte (por poner dos ejemplos a los que he asistido) adopta contornos inquietantes.

Me parece mucho mejor pedagogía que los críos capturen las imágenes en su propio móvil, que los trasladen a un terreno familiar (casi íntimo) y una vez allí, fuera del espacio intimidante y público del museo puedan ir adiestrando la mirada en la pintura, hasta que aprendan "a ver" y alcancen el camino inverso que conocen todos los aficionados: cuando la posesión de la imagen digital alienta un deseo más o menos refrenable a enfrentar el propio ojo con la obra en una sala de museo.

Quizás alguien me diga que lo más probable es que al llegar a casa borren la foto. Pero lo cierto es que el arte no es para todos y nadie está obligado a disfrutarlo. Y que lo mismo pasará con los dibujos con los que se pretende que apresen (con resultados lamentables) los trazos que descansan en la pared.

@gonzalotorne

Meteorito

Iba a escribir: "cuando lean estas líneas probablemente estarán muetos", pero enseguida he reparado en el absurdo, los muertos, como tantos vivos, no leen. Rectifico: "probablemente estas líneas no se publiquen jamás ni las lea nadie porque estaremos todos muertos o sumidos en la era glacial". Eso es lo que se desprende a día de hoy de las informaciones que aseguran que el 4 de febrero de este año impactará contra la tierra un asteroide gigante (del tamaño de un rascacielos). La NASA va modulando sus informaciones y ha pasado de considerar que estábamos completamente fuera de peligro a pronosticar un inquietante "riesgo moderado", lo que ha desatado toda clase de sospechas, tesis, teorías, hipótesis, alucinaciones y comentarios. De momento el terror se mantiene bajo control. Veremos qué pasa si lsa informaciones siguen escorándose hacia el cataclismo. Probablemente todo sea fruo de una paranoia catastrofista auspiciada por un error de traducción pero al menos sirve para dar una nueva respuesta a un viejo interrogante: ¿qué harías si fuese el último día del mundo? Seguirlo por Twitter, probablemente.