Gonzalo Torné

Si hacemos caso de la publicidad ambiental, los gestores de redes sociales, y muy en especial Facebook, lo saben "todo" (que en el estilo dramático de nuestro tiempo significa "mucho" o "bastante") de sus usuarios. Los últimos escándalos han incrementado la sensación de amenaza o de desamparo (aunque sospecho que un porcentaje indeterminado de "espiados" están encantados con la situación). Tiendo a pensar que en gran medida se trata de un riesgo un tanto hinchado. Grosso modo cualquiera de nosotros intuye a quién vota y qué clase de "productos culturales" compran nuestros amigos y seguidores digitales sin un excesivo esfuerzo de indagación (si algo caracteriza a los seres humanos son las ganas que suelen tener de revelarse en sociedad).



Por otra parte, si se atiende a los resultados con los que nos tientan después de procesar estos datos y exprimirse las meninges digitales, uno no sabe si ponerse a reír o a llorar. En mi caso, Twitter es infalible: me recomienda seguir casi siempre a gente con la que no me tomaría ni un café. Y Booking (por poner otro ejemplo de buscador que registra tanto como puede) suele inclinarse por ofrecerme destinos u hoteles que acabo de descartar, todo expresado con una política de comunicación desastrosa: "¿Te vas a quedar sin vacaciones?" (apetece tanto responderle: "No, señor logaritmo, quien se queda sin cliente es usted").



Y, sin embargo, las redes sí que saben cosas, y algunas incluso te permiten acceder a esa información. Facebook tarda cinco minutos en enviarte el informe de la que "conservan" sobre cada uno de nosotros. La red social lo facilita en un archivo comprimido que puede consultarse sin conexión a internet. Se trata de un documento bien estructurado (no se aprecia la menor intención de marear). Les facilito un travelling rápido. En Facebook tienen, por supuesto, toda la información del perfil, la de contacto (con la dirección y los números de teléfono de nuestros "amigos"), toda la actividad del muro desde el primer día, los datos de las fotos que hemos publicado (los comentarios que han generado, por supuesto, pero también datos como la IP desde la que se subió, la posición geográfica o la clase de dispositivo), solicitudes de amistad enviadas y no aceptadas (también los pendientes de aceptar y los amigos que dejaron de serlo), todos los mensajes, toques y "eventos", los perfiles que hemos silenciado, la información imprescindible para verificar que la cuenta es nuestra, el historial de acceso (que incluye, de nuevo, la posición geográfica), y el historial de anuncios que el propio Facebook nos envía convencido de conocer bien nuestros gustos (acompañado de un historial de aquellos donde hemos pinchado).



Me dicen que por lo menos dos de estas capturas incumplen el compromiso de Facebook con sus usuarios: ni deberían guardar nuestras imágenes en sus carpetas ni conservar el historial de anuncios con nuestras reacciones. Se trata sin duda de dos incumplimientos inquietantes.



Queda en la conciencia de cada uno juzgar si este caudal de información le ofende, es tolerable o incluso le halaga (por no entrar a debatir si nos creemos o no que todo lo que Facebook guarda de nosotros coincide con lo que reconoce abiertamente). Tratándose de perfiles más o menos públicos donde los usuarios se inclinan a tener conversaciones parecidas a las privadas… En fin, para pensárselo.



@gonzalotorne

La familia crece

En ocasiones en esta sección me refiero con la polvorienta palabra "usuario" a quien participa de alguna red social. Pero la etiqueta puede ampliarse para abarcar a cualquiera que tenga una conexión. La gran familia de los navegantes, o algo así. Pues bien, la Gran Familia ha aumentado su tamaño y llega ya a los 4.021 millones. Una cifra tan grande que o nos la tomamos como un sonido abstracto o marea un poco; de manera que se entiende mejor cuando se especifica que corresponde más o menos a la mitad de la población mundial. Por primera vez el acceso privilegiado es el móvil en detrimento del ordenador. En un alarde estadístico les diré que el 52 % se conecta con el primer adminículo y ya solo el 43 % desde ordenadores, alámbricos o inalámbricos. El país líder es Emiratos Árabes Unidos, pero en la categoría de porcentaje de población no hay quien le tosa a Qatar con el 99 % (¿pucherazo?). Resta por saber qué les cuesta a cada usuario la conexión y los motivos por los que tanta población sigue quedándose fuera.