Francesc Torres
Artista
Cuarto y mitad de evento artístico. ¿Es fresco?
En una situación tan precaria como la que nos castiga me parece más inteligente, ético y rentable –en el buen sentido de la palabra– invertir localmente en lugar de paliar el despiste crónico de los poderes públicos contratando a pistoleros profesionales foráneos que les salven los muebles. Permítanme empezar por casa. Cada vez que Ada Colau se pone estupenda con eso del arte contemporáneo, yo empiezo a buscar la boca del refugio antiaéreo. Ahora nos perpetra el fantasma de la Manifesta. En un momento en que Barcelona es un auténtico páramo artístico sin paliativos, con los museos –que son públicos– en coma por falta crónica y severa de recursos económicos y logísticos (el MACBA se ha quedado sin espacio de almacén para el fondo no expuesto, lo que quiere decir que la colección no puede crecer ni aunque se la regalen), el Ayuntamiento se va a gastar entre 6 y 8 millones de euros para que una empresa holandesa nos demuestre cómo hacer volar un globo de aire caliente. Bravo.
En Cataluña no hay un coleccionismo de arte potente, lo que explica lo enclenque del sistema galerístico local. En un contexto así, el papel de los museos, y más si son públicos, es fundamental a la hora de hacer llegar el arte a la ciudadanía en general, pero principalmente a la culta, enterada, que sabe lo que es y para qué sirve el arte, igual que sabe lo que es el fútbol la que va al Camp Nou con devoción mariana. El desequilibrio entre la ciudadanía que va al Camp Nou y la que va al MNAC no se va a solventar hasta que no cambie el macarrónico sistema educativo español que, simplemente, no sabe para qué sirven ni el arte ni la cultura humanística in toto.
Cuando se arrastra una falta de ambición y de deseo de excelencia institucional permanente se llega a donde estamos. la pandemia no ha hecho otra cosa que exacerbar una situación ya existente
Yo soy partidario de que haya de todo y que todo el mundo vaya a ver y disfrute de lo que le dé la gana. Eso en una situación normal, cosa imposible en este país con o sin pandemias, pero cuando se arrastra una falta de ambición y de deseo de excelencia institucional permanente desde hace décadas, se llega a donde estamos y no por causa de la pandemia, que no ha hecho otra cosa que exacerbar una situación ya existente. Nos hemos quedado con el culo al aire y sin ideas. Por lo tanto, una huida hacia adelante como ha sido la jugada propagandística de la Manifesta después de haberse estado llenando la boca de retórica anticolonialista, aparte del insulto que representa hacia lo local ir a comprar fuera (tanta economía de proximidad y tanto –aquí también– aire caliente…), me parece totalmente errónea, oportunista e injustificable en estos tiempos que corren.
Cuando las cosas están tan tiesas como ahora, hay que medir muy justo, hilar muy fino, elegir muy bien y dejarse de puñetas. Tenemos la obligación y la necesidad perentoria de reconstruir lo perdido y lo pendiente, que es mucho, con ambición, visión de futuro y deseo de excelencia. Hay veces que siento un vacío en el estómago porque tengo la impresión que está todo, aún, por hacer. Se nos han quedado los modelos viejos antes de que se consolidaran, el problema típico de cualquier país que llega tarde y desorientado a todas partes.
Chus Martínez
Directora del Instituto de Arte del FHNW Academy of Arte and Design de Basilea
Lo local es internacional
La extra superación del binario local-internacional es parte de la gran transformación hacia una epistemología en la que estas yuxtaposiciones dejen de tener sentido y lugar. Debemos reconsiderar la importancia de los artistas que están cerca de nosotros, las dinámicas que crean las comunidades en las que vivimos y las posibilidades de generar vínculos estables y significativos en el trabajo en común. Es fundamental crear oportunidades de producción, exposición, residencia y relación para ellos y estas deberían ser lo más inter-generacionales posibles. ¿Tienen sentido las bienales? Tiene sentido todo a lo que dotemos de sentido. Para ello tenemos que entender qué buscamos y como querríamos trabajar. Todo es pensable. Podemos imaginar valerse de la llamada en abierto que representa una bienal para plantear un ensayo de trabajo basado, principalmente, en quienes ya habitan en ese territorio. Invertir la proporción e invitar a artistas de fuera en función de la lógica, los intereses y las dinámicas de lo que ya existe. Pero se necesita siempre comunicabilidad, la tarea de narrar –el storytelling– de lo que ocurre es hoy más importante que “crear un evento”.
Debemos reconsiderar la importancia de los artistas que están cerca de nosotros, las dinámicas que crean las comunidades en las que vivimos y las posibilidades de generar vínculos estables
A diferencia de lo que pueda pensarse, plantear otros términos de trabajo puede resultar tan internacional –o más– y tan interesante para el público que no vive entre nosotros que los modelos históricos. ¿Por qué? Invitar en función de una lectura interpretativa de los intereses y los problemas de nuestros artistas y de los profesionales de un contexto significa que quienes se suman a esa familia tienen más posibilidades de permanecer unidos a ella. La estabilidad del vínculo es una mejor internacionalización que la que proporciona el evento y su marketing. ¿Es necesario recurrir a “marcas” ya existentes? No lo creo. La marca internacional Manifesta podría representar un ensayo in situ pero, desgraciadamente, el mundo entero sabe lo que ha sufrido nuestro país. Si se trata de una ciudad expandida, quién mejor que un 90 % de comisarios locales y artistas de cerca con un pequeño gradiente de expertos y relatores de otros lugares para realizar el ensayo de lo que este lugar quiere contar. Crear equipos de trabajo que generen ideas que se resuelvan, en abierto, en una gran ciudad capaz de contar, emocionar y guiar a través de los espacios.
Generar un sentido interpretativo del arte contemporáneo no me parece una tarea tan difícil. ¿Vendría gente? Claro, porque sorprenderíamos contándoles cómo cuestiones de género, de naturaleza, de afecto, de intervención social han estado muy presentes en la obra de nuestros artistas. Estarían encantados de ver que es un lugar que ha absorbido y transformado tantas corrientes y formas de hacer que es capaz de sumar maravillosamente a lo que se hace en otros lugares y ser algo distinto. Les gustaría mucho una propuesta capaz de alcanzar a muchos públicos, a los niños, a los mayores, pero también capaz de cambiar de registro emocional haciendo lo que mejor sabemos hacer: vivir. Siempre hemos dicho que sabemos vivir bien. Eso se prueba mejor con arte y con cultura que con turismo de masas.