La ¿buena? salud del mercado del arte
Pedro Cera, Opera Gallery, Hauser & Wirth, carlier/ gebauer... la lista de galerías internacionales abriendo sede en España es larga. ¿Qué hace de nuestro país un destino tan atr activo? ¿Disfruta el mercado español de buena salud?
Un destino cultural
Marta Pérez Ibáñez. Investigadora especializada en mercado del arte
Cuando en 2017 se anunció la reapertura de Chillida Leku, el caserío Zabalaga que el escultor Eduardo Chillida había imaginado como museo de su obra en plena naturaleza, todos los amantes del arte nos alegramos. La familia del artista había llegado a un acuerdo con la galería suiza Hauser & Wirth para que esta representase a nivel internacional el legado de Chillida y gestionase el caserío, inaugurado en 2000 pero cerrado desde 2011.
Una gestión insostenible y el fracaso en la negociación entre la familia, el Gobierno Vasco y la Diputación de Guipúzcoa llevaron al cierre del centro, pero fue la galería suiza, tras conversaciones con los hijos de Chillida, quien lo dotó de un programa que combina lo museístico y lo galerístico, incorporando a artistas representados por la galería, e inició una labor de promoción internacional de la obra del escultor vasco, situándolo en un lugar destacado del mercado del arte.
También en 2017 se conoció el interés de Hauser & Wirth por abrir otro centro en Menorca, que se materializó en 2021 en la Isla del Rey, donde se combinan exposiciones, educación y diferentes actividades. En ambos espacios, el vasco y el balear, la presencia de la actividad comercial de la galería es muy visible, más allá del carácter de centro de arte contemporáneo que planea sobre ambos.
Las galerías ya no dependen de un mercado local concreto, como hemos visto a menudo en las que han abierto tras la crisis de 2008, sino que se dirigen a un mercado global independiente del español
Aunque el aterrizaje en España de otras galerías internacionales de prestigio, una constante en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, pueda apuntar a una recuperación del mercado nacional, las cifras que ofrece el único informe reciente, publicado en 2021, no lo dejan tan claro. Los datos aportados por la Clare McAndrew indicaban una importante caída del mercado nacional, un exiguo 1 % del mercado global, si bien había demostrado durante la década anterior un crecimiento más estable comparado con otros países europeos.
También conviene considerar que las galerías actualmente no dependen de un mercado local concreto, como hemos visto a menudo en las abiertas tras la crisis de 2008, sino que se dirigen a un mercado global, por lo que su presencia en España no implica una dependencia de nuestro mercado.
De hecho, galerías como la alemana con sede en Mallorca Gerhardt Braun, recientemente abierta también en Madrid, tiene entre sus clientes principalmente a coleccionistas extranjeros, alemanes y europeos, en general en el caso de Mallorca, y latinoamericanos, en el caso de Madrid. Además, el hándicap importante del IVA, que sigue siendo superior al de otros países, no hace especialmente ventajoso comprar arte en España. De ahí mi escepticismo al pensar en los beneficios económicos de una sede de estas galerías en nuestro país.
España es un destino cultural excelente, que acoge un turismo cada vez de mayor nivel y que proporciona una oferta amplia y de calidad, razones muy válidas para venir a nuestro país. Visitar ARCO, por ejemplo, es mucho más que acudir a una feria, es disfrutar de toda la actividad artística y cultural de Madrid. Así lo reconocen los coleccionistas foráneos que repiten y que pueden tener nuevos alicientes con una oferta variada de galerías extranjeras.
Mucho más que una periferia sexy
Damián Casado. Codirector de la galería Casado Santapau.
No cabe duda de que Madrid siempre ha sido una ciudad atractiva para el mercado del arte, a pesar de que ya no es “la periferia sexy” que fue hace unos años. La globalización nos enfrentó directamente con otros mercados y otras ciudades se convirtieron en ese foco atractivo. Esto nos obligó a ser más profesionales, directos y competitivos. No bastaba con ser la ciudad más divertida de Europa, había que demostrar cuál era nuestra valía real.
Contamos con una feria de arte consolidada con más de cuarenta años y un mercado contrastado pero, ¿estamos a la altura de lo que el mercado demanda?, ¿qué influencia tienen nuestras galerías y artistas?, ¿es el mercado realmente realista frente a nuestra oferta?, ¿tenemos una red de clientes fieles e ilustrados? Sin duda el contexto lo es todo, y el nuestro no parece ser tan deficiente como creíamos. Una nueva generación de galerías profesionalizadas ha consolidado un mercado activo y coherente, frente a ese mercado feroz que es el del arte contemporáneo.
En este ínterin de globalización, las ferias de arte alcanzaron una notoriedad nunca vista. Esto hizo aún más arduo nuestro posicionamiento en el mercado del arte contemporáneo, donde renombradas galerías españolas han trabajado duramente y han sido embajadoras de lo que ocurre en el sur de Europa. Esta labor de años ha posicionado a Madrid –además de la relevancia de sus museos y de una colonia de artistas internacionales que desarrollan su producción artística en la capital– en el lugar indicado para el mercado.
Sin duda el contexto lo es todo, y el nuestro no parece ser tan deficiente como creíamos. Una nueva generación de galerías profesionalizadas
ha consolidado un mercado activo y coherente
En la actualidad, una nueva corriente se desata en Madrid: la apertura de consolidadas galerías internacionales, antes lo hicieron algunas galerías nacionales con distintas suertes (desafortunadamente otras ciudades españolas no parecen existir para el negocio internacional salvo Baleares). Desembarcan en Madrid con el objetivo de abrir nuevos mercados, generados sin duda por el advenimiento de ciudadanos acaudalados procedentes de Latinoamérica que prefieren Madrid a Miami para instalarse.
Estos nuevos residentes traen bonanza, no solo al mercado inmobiliario sino también al mundo del arte contemporáneo, ya sea como inversión o como puro coleccionismo filantrópico (siempre que hablemos de artistas de relevancia). Muchos de ellos pertenecen a comités de compra o patronatos de museos internacionales que ellos mismos han desarrollado y ahora han trasladado su radio de influencia a Madrid.
Estos “nuevos clientes” con los que, además de la lengua, nos unen otros muchos intereses, han propiciado la apertura de nuevas galerías internacionales que desean participar de este nuevo e “incipiente” mercado consolidado pero a la vez novedoso para ellos. Estas nuevas “incorporaciones”, siempre positivas, conseguirán que otros ojos se fijen en nosotros como ciudad cultural y, sobre todo, que el mercado adquiera el peso que le corresponde. Ahora debemos mantener esa expectación y convertirla en una apuesta segura de futuro, sin descuidar ningún detalle, para seguir siendo un mercado sólido y no un espejismo.