Asistimos a una eclosión de películas dirigidas por mujeres. Carla Simón explica a Clara Cominges Rivière (La Vanguardia) que “cada una tiene su propia voz y la vamos a ir definiendo a medida que vayamos haciendo pelis como los hombres han hecho hasta ahora”. La directora de Alcarràs se queja de que les preguntan “continuamente” cómo se sienten siendo mujeres y haciendo cine, cuando querrían únicamente hablar de sus películas”. Y explica que ha llegado a la conclusión de que “tenemos que contestar a esta pregunta tantas veces como nos la hagan para que, en un futuro, las alumnas a quienes enseñamos cine no la tengan que contestar”.
“Somos la mitad del mundo –sentencia– y deberíamos contar la mitad de las historias. Hemos demostrado que esa toma de consciencia de la falta de mujeres contando historias no es una moda pasajera. Hemos venido para quedarnos, para consolidar nuestras carreras, para que surjan más mujeres y soy muy optimista, ya que creo que, poco a poco, sí que va a llegar esa paridad”.
En literatura ocurre lo mismo, pero Sara Mesa, entrevistada por Alejandro Lingenti (Coolt) no es tan optimista. “Hay mucha resistencia subterránea, no visible, dispuesta a arrebatarnos al menor descuido nuestros derechos, y en los últimos tiempos, también, mucha violencia ya directa, numerosos ataques al feminismo que están empezando a normalizarse e incluso a jalearse. Así que no podemos todavía cantar victoria, queda mucho trabajo por delante”.
Lola Tórtola: “Frente al panorama boyante de la poesía, la crítica no ha estado a la altura”
La poeta Lola Tórtola se detiene en otros contratiempos. “El problema que yo veo –asegura a Santos Martínez (La Verdad)– es que frente al panorama tan boyante que vive la poesía, la crítica literaria no ha sabido estar a la altura. Falta más crítica especializada y seria. No vale con un par de tuits subliminales”. A la pregunta de si la poesía le sirve de algo, la accésit del Premio Adonais responde tajante: “La que yo escribo, de nada. (...) No soy de ese tipo de escritores que dicen que escribir les ayuda a combatir sus demonios o a redimirse de algo (...) Ahora bien, la poesía que leo… esa sí me sirve de mucho”.
Sobre la lectura se muestra muy pesimista Pedro G. Cuartango (ABC). “Leer hoy es un anacronismo –escribe–, un acto pecaminoso, un acto de onanismo. Quizá sea uno de los últimos gestos de rebeldía ante la invasión de estulticia que soportan nuestros sentidos. Sí, la lectura ha muerto y nunca va a resucitar en este mundo apocalíptico en el que los predicadores han sustituido a los escritores ”. Y matiza: “No digo que hoy no se escriban buenos libros, pero son para élites.”
A Luis Landero, que tiene muchos lectores, le pregunta Preslava Boneva (The Objective) ¿qué es lo que hace que un libro sea un “buen libro?” “Cuando toca fibras escondidas del alma”, responde el autor de Una historia ridícula. Reconoce que es un “poco cursi”, pero que no sabe “decirlo de otra manera”. Y vuelve a intentarlo. “Cuando te emociona y te deslumbra. Cuando tú lees un buen libro, eso afecta a la inteligencia, a la sensibilidad y a la emoción. De pronto, te transportas a otro mundo, que tiene una densidad y fuerza tan objetiva como el mundo que te rodea”.
César Antonio Molina: “Esta intelectualidad no tiene nada que ver con la republicana”
En el mismo medio, el escritor y exministro César Antonio Molina muestra su indignación con nuestros intelectuales. “No es de recibo que el 90%, incluyendo a los artistas, esté callado ante las cosas que están pasando –asegura a David Mejía–. Incluso algunos se dedican a escribir artículos sobre cosas inicuas, ignorando lo que pasa (...) esta intelectualidad no tiene nada que ver con la intelectualidad republicana. La intelectualidad republicana participó, tuvo presencia, opinó, murió. A la intelectualidad republicana la mandaron al exilio”.
P.S. Javier Mariscal, artista multidisciplinar entrevistado por Luisa Ricart (AD), reflexiona sobre cómo influye la tecnología en el arte. ¿Mengua la creatividad? “Al contrario. Eso nunca. No hay diferencia entre un lápiz y un papel y una tableta, por ejemplo. Empezar a hacer animación era un curro arduo y meticuloso, y ahora las facilidades son superintuitivas.” ¿Es más democrático? “Puedes valorar igual un videoclip que una instalación, que un cuadro con los mejores pigmentos, que una cajetilla de tabaco. Ya no están arriba los grandes escultores ninguneando la acuarela. ¡Mira a Christo! ¡Era chulísimo!”