Constantino Bértolo está convencido de que “la literatura enfocada al conocimiento, que servía para orientarnos, se ha transformado en una literatura que busca entretener”. Explica a Maica Rivera (Publishers Weekly) que “el mundo editorial está volcado en la búsqueda de libros que vendan y pongan el foco sobre temas entretenidos, de actualidad o morbosos, aquello que convierta un libro en una noticia en el peor sentido del término: una noticia de sucesos”. En opinión del editor y crítico, “ahora el prestigio viene dado por la venta. (...) algo que comienza a suceder desde la irrupción de ciertos autores como Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán o Juan Benet en los premios literarios como el Planeta”.
A quien le preocupan poco las ventas –“Mi primer disco vendió 33 copias y salió en casete”– y los premios –“Creérselo es garantía de cosas muy graves”– es a Jorge Drexler, que acaba de ganar siete Grammys. Cuenta a Álex Ander (Vanity Fair) que aprendió a “no preguntar” cuántos discos ha vendido, “porque siempre vendía muy poco, ni tampoco cuántas entradas llevamos vendidas, porque eso me genera mucha ansiedad (...). Siempre fui un mal vendedor de discos, y mis cifras de streaming tampoco pueden competir (...), pero sí soy un buen vendedor de entradas, y vivo de eso, aunque sea a una escala pequeña”.
Sobre el éxito se pronuncia Kazuo Ishiguro, guionista de Living, remake de Ikiru, de Akira Kurosawa. “Es muy probable que no recibas reconocimiento, que el mundo te olvide o que otro se lleve el mérito de lo que tú has hecho, pero debes estar preparado para que el sentido del éxito sea algo muy solitario –dice el Premio Nobel a Begoña Piña (Público)–. Siempre me ha gustado lo solitario, que es ese sentido del éxito al final de la película de Kurosawa. Es un mensaje muy diferente al de las películas de Hollywood, en las que la gente transforma su vida para elegir algo grandioso por lo que mucha gente les aplaude. Me gusta la idea de un logro pequeño y solitario, porque es un mensaje mucho más poderoso”.
Mariana Enriquez: “Si existe una conquista como escritora, es hablar de lo que cada una tenga ganas”
Claro que los reconocimientos son “muy importantes para que el público vaya a ver la película”, asegura Alauda Ruiz de Azúa a Maite Redondo (Deia), porque “al final las películas se hacen para que lleguen a los espectadores”. A propósito de Cinco lobitos, la directora cree que “lo cotidiano no lo ponemos en valor porque la narrativa sobre la maternidad ha estado marcada un poco por lo épico, la adrenalina y las emociones fuertes”.
El asunto de la maternidad está siendo objeto de atención en numerosas obras. Ha tenido una gran acogida Un trabajo para toda la vida, que acaba de publicar Rachel Cusk. “No lo escribí porque odiara ser madre, porque odiara a mi hija u odiara a cualquier otro niño –asegura la escritora canadiense, según recoge Daniel Arjona (El Confidencial)–. Lo escribí porque soy escritora y la ambivalencia que caracteriza las primeras etapas de la crianza me pareció afín a la ambivalencia fundamental que siente el escritor ante la vida, una ambivalencia, oscurecida por la organización de los sistemas sociales ideados por la comunidad humana, que el escritor o artista siempre intenta recuperar y resolver”.
Mariana Sández (El Periódico de España) pregunta a Mariana Enriquez si existe cierta imposición social sobre los temas a tratar por parte de las escritoras: abuso, aborto, maternidad... A lo que la escritora argentina responde que “hay una moda con ciertos temas, porque una podría tener ganas de abordarlos pero no necesariamente en la literatura. La moda no es algo necesariamente malo, lo que no me gusta es la expectativa de que cualquier autora deba tratar esos temas. Si existe una conquista como escritora, me parece, es la de poder hablar de lo que cada una tenga ganas, pero que sea una obligación es un problema”.
P.S. Pilar Gómez (El Mundo) entresaca la definición de filólogo que ofrece Carlos García Gual en su libro Friedrich Nietzsche poeta. “Es alguien que no importa nada en la cultura. Somos unos tipos un poco marginados, de los cuales unos son más eruditos y van a congresos que se hacen con amigos sobre temas más o menos insignificantes, y los otros tenemos todavía cierto deje humanista que es una herencia del pasado, pero ya somos bichos raros”.