¿Es subversiva hoy la alta cultura?
La cultura, una escuela del espíritu global. El mundo virtual es cada vez más pelmazo. Menos mal que la mayoría no sabe de notas musicales, ni escribir ni leer.
Elvira Navarro así lo cree. “En las actuales circunstancias –escribe en ABC la autora de Las voces de Adriana–, lo subversivo está del lado de hacer una defensa cerrada de la alta cultura, pues de la baja ya se encargan no solo la industria y el mercado, como antes, sino el sistema entero, y por pura ignorancia”.
Sobre el asunto también reflexiona Daniel Gascón en El País. “Probablemente, quienes defendían abolir la distinción entre alta y baja cultura hace unos años –opina el director de la edición española de Letras Libres– se sorprenderían al ver que ahora prácticamente solo nos dedicamos a hablar del mainstream. Es llamativo ver cómo productos y formas de ocio que antes se despreciaban ahora parecen casi obligatorios”.
“Series triviales y superproducciones de Hollywood –explica el autor de El padre de tus hijos– inspiran reflexiones sesudas y nos nutren de metáforas recurrentes: escribir de ellas sirve para evitar la actualidad pero, a la vez, solo sabemos verlas como un comentario de la actualidad. Lo más negativo es una paradójica pérdida de la diversidad: a pesar de la fragmentación, todos analizamos el mismo estribillo”.
“Lo subversivo está en hacer una defensa cerrada de la alta cultura”, Elvira Navarro
El artículo de Gascón ha dado pie a otro de Andreu Jaume (The Objective), titulado “Otra vez la alta cultura”. “Lo que fue hace unas décadas el candoroso sueño de la ‘cultura gratuita’ –asegura el editor y crítico– ha desembocado en una férrea dictadura de la publicidad (...) Se podría decir que la cultura se ha convertido en una escuela de formación del espíritu global (...) En lugar de intentar hacerse el simpático, tal vez es mejor seguir adelante sin prestar tanta atención a lo que ocurre en el cada vez más pelmazo mundo virtual. Y reivindicar la alta cultura, pero tal vez quitándole ese calificativo molesto y jerárquico”.
Victoria León, que acaba de publicar su segundo libro de versos, Flores de fuego, defiende que “la poesía, como la música, está en todas partes”. “Tenemos un concepto falso de la poesía, como si fuera per se elitista –dice a Mercedes de Pablos (Letra Global)–. Solamente accesible para unos pocos iniciados en la lectura y en la cultura. Sin embargo, la poesía está en el juego, en la publicidad, forma parte del lenguaje popular”.
Precisamente Jaime Chávarri ha estrenado una comedia sobre poetas. “Me he dado cuenta de que mucha gente es aficionada a la poesía y se avergüenza –cuenta el director de La manzana de oro a Javier Zurro (elDiario.es)–. Hay como una especie de pudor de hablar de la poesía porque tienes miedo de parecer cursi, y a mí eso me parecía muy interesante. Yo creo que el mundo de la poesía, aunque sea un mundo que en este momento no está de moda, es un mundo que sigue siendo importantísimo para muchísima gente”.
“Existe un temor en los escritores, literatos y cineastas por ser o parecer de derechas”, Álvaro Pombo
Para alta cultura la de Tomasito, que ha presentado su álbum Agustisimísimo. “Yo no sé de música, no sé do, re, mi, fa, sol –explica el cantaor y bailaor a Lucas Méndez Chico-Álvarez (El Independiente)–. Para mí el sol es el que sale todos los días, pero eso también en el flamenco a casi todos nos pasa, la mayoría no sabe de notas musicales, ni escribir, ni leer. A mí, ya ves, sí me hubiera gustado saber música, saber leer y escribir, pero bueno to’ no se puede tener. Ya demasiado que tengo esto de la improvisación, que no es tan fácil. Si hubiera estudiado estaría todavía con la partitura ahí liao”.
En otro orden de cosas, el productor Enrique Lavigne defiende los fracasos como impulsores de los éxitos, y de estos ha tenido muchos, de Lo imposible a La llamada. “Los mayores éxitos que he tenido vienen del fracaso. Todos –asevera a Marta García Miranda (El Periódico de España)– nacen de situaciones precarias y de fracaso. De sitios en los que te vuelves a reinventar, vuelves a renacer. Y sé que todo esto parece muy espiritual, pero es real”.
P. S. El novelista Álvaro Pombo, que ha recibido el premio Menéndez Pelayo a toda su carrera, asegura que “existe un temor en los escritores, literatos y cineastas por ser o parecer de derechas”. “Les gusta parecer de izquierdas –ha manifestado a la agencia EFE el autor de Santander, 1936– porque la izquierda parece más ética que la derecha, lo cual es un error”.