César Antonio Molina y Vivian Gornick.

César Antonio Molina y Vivian Gornick.

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¿Se está empobreciendo la literatura?

Cada vez hay más gente que no necesita la expresión artística para vivir. La ficción ya no tiene una voz poderosa. Aunque, tranquilos, la novela no va a morir.

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Juan Manuel de Prada sostiene que sí, que “la literatura se está depauperando”. Así se lo hace saber el autor de Raros como yo a Jesús Fernández Úbeda (Zenda). “Está habiendo una metamorfosis social que hace –explica–, que cada vez haya más gente que no necesita la literatura u otras expresiones artísticas para vivir (...) Tanto en la baja como en la supuestamente alta literatura se generan estándares. Es una literatura que no tiene nada que ver con la verdad humana. Simplemente, es alfalfa para personas que han sido creadas en serie. Los libros supuestamente de alta literatura que hoy tienen éxito triunfan por razones sociológicas. Más que por razones estéticas”.

Pese a que De Prada no cree “en la misión mesiánica del escritor ni del artista”, afirma que el escritor necesita, “para serlo auténticamente, escaparse de la degradante esclavitud de ser un hijo de su tiempo. Necesita enfrentarse a su tiempo”.
Tal vez la explicación la tenga la profesora y escritora estadounidense Vivian Gornick. “La literatura personal está en todas partes: en las redes sociales, en el periodismo, en los ensayos académicos –relata a Luis Alemany (El Mundo)–. La mayor parte es mala literatura, pero si existe es porque nos parece que la ficción ya no tiene una voz suficientemente poderosa y persuasiva para satisfacer el hambre de emociones expresadas a través de la literatura”. Por eso la autora de La situación y la historia intenta en su libro “enseñar a la gente cómo pensar mejor sobre lo que leen y sobre lo que significa escribir”.

Aunque admite que vivimos “un embrutecimiento colectivo”, el escritor mexicano Enrique Serna cree que “La novela no va a morir”. ¿Por qué? Se lo explica a Fernando García Ramírez (Letras Libres). “Porque ningún otro género literario o audiovisual puede decir lo que dice la novela. La introspección a la que puedes llegar por medio de la novela no la tiene el teatro ni el cine, no la tiene ningún otro medio. Por ese motivo va a sobrevivir. ¿Con cuánto público? Eso sí que no lo sé”.

“Si la literatura personal está en todas partes es porque la ficción ya no tiene una voz suficientemente poderosa”, Vivian Gornick

Eloy Tizón está convencido de que “la literatura tiene hoy una importancia enorme”, y así se lo explica a Emma Rodríguez (Letras Sumergidas) el autor de Plegaria para pirómanos. “La tiene justamente porque vivimos en un mundo de prisas, de aceleraciones, de falta de tiempo, y la literatura consiste en escuchar una voz que te dice: párate, siéntate, reflexiona, dialoga con el libro, contigo mismo… Ahí hay una riqueza que ninguna otra práctica te puede dar”.

El presente tampoco es muy halagüeño para la música. “Hoy es inútil pensar en discos. Los discos han desaparecido y solo cuentan las plataformas de difusión digital de la música –dice Santiago Auserón, que protagoniza el documental Semilla del son, a Santiago Toste (Diario de Avisos)–. Pero ahí los creadores que buscan música más elaborada no tienen sitio. Ese mundo solo deja funcionar a las más comerciales, al mainstream”.

“Hoy el ser humano vive gran parte de su tiempo entretenido en perder la vida”, César Antonio Molina

Quique González, que celebra 25 años de carrera, tampoco es muy optimista. “Para la industria discográfica no hay mejor promoción que la del artista muerto, porque no tienen que hacer nada –se queja ante Henrique Mariño (Público)–. Da la impresión de que guardan un disco ya fabricado en el cajón para lanzarlo el día que fallece el pobre músico. Y en el agujero negro de las redes sociales, cada vez que muere un artista, empiezan a salir fans por todos lados, glosando las virtudes del ínclito difunto, a los que yo nunca había visto hablar de él hasta entonces (...) Parece que el verdadero respeto en España solo se consigue cuando un artista muere”.

P. S. “El entretenimiento es muy culpable de la desidia del ser humano –reflexiona ante Bruno Pardo Porto (ABC) César Antonio Molina, que acaba de publicar el ensayo ¿Qué hacemos con los humanos?–. Hoy el ser humano vive gran parte de su tiempo entretenido en perder la vida. Porque perder el tiempo es perder la vida: pasar por el mundo sin reflexionar, por qué, para qué, adónde vamos. Estamos encerrados en una burbuja de canales de televisión, series, podcasts (...) Con el entretenimiento entregamos nuestra libertad a cambio de que durante horas y horas no sufrimos, no tenemos ningún mal, no tenemos nada que pensar (...) Porque vivir en libertad supone mucho trabajo, esfuerzo y dolor”.