¿Tiene el arte propiedades curativas?
La belleza salva el mundo. Hay pocas dudas. En la cultura hay vivencias, sensibilidad y latido. Lo demás es dolor y coraje.
En un tiempo de ansiedad y angustia ante un futuro incierto, son muchos quienes confían en el poder curativo del arte. Javier Mariscal considera que “la cultura es casi una farmacia: si estás triste o estás mal, te vas al cine y sales curado; no hace falta pagar a un psicólogo ni a nadie parecido”. Entrevistado por Salva Torres (Makma), el artista denuncia que “mientras gastemos más dinero pagando a los que fabrican coches o a los que hacen petróleo, y no se gaste dinero suficiente en cultura, seguiremos siendo un país bastante inculto”.
La última premio Princesa de Asturias de las Letras, Ana Blandiana, aporta que “el efecto consolador del arte forma parte de su definición desde los antiguos griegos”. “Este es, creo, el significado de la famosa frase de Dostoievski de que la belleza salva al mundo”, añade en una conversación con la agencia EFE. Aún más, para la poeta rumana, “escribir siempre ha sido sólo una imperiosa necesidad de expresión, ya que la escritura es de por sí suficiente en sí misma”, y nunca ha pensado para quién y con qué finalidad escribe.
Jonás Trueba, que ha ganado en Cannes el premio de la Quincena de Realizadores con Volverás, asegura que esta película “ha sido sanadora” y que le gusta pensar que “las pelis te sirven también para sacudirte las cosas”. “En mis películas siempre me he propuesto forzarme hacia la alegría –revela a Gregorio Belinchón (El País)–. Mejor eso que lo contrario, ¿no?, que es lo habitual en el cine actual, que los directores lleven la trama hacia la oscuridad. Yo quiero que salgas del cine con ganas de vivir. Lo mismo es una utopía, que hacer cine que mejore un poco la vida es imposible. Sin embargo, en pantalla puedes permitirte cosas que en la vida real yo no me atrevería”.
“La cultura es casi una farmacia: si estás triste o estás mal, te vas al cine y sales curado”, Javier Mariscal
A la filósofa y profesora Ana Carrasco-Conde, que ha ganado el premio Eugenio Trías con el ensayo La muerte en común, le gustaría que su libro fuera “una consolación”. “Un libro es un objeto –aclara a Javier López Iglesias (hoyesarte.com)–, pero en este caso para mí este libro está vivo porque, siendo un ensayo, he intentado inocularle ritmo, vivencias, sensibilidad y, en definitiva, latido. Resulta paradójico, porque es un ensayo sobre la muerte pero está vivo”.
Mucho se discute sobre el uso de los géneros y en cuál ubicar la crónica. Juan Villoro lo tiene claro. “La crónica tiene que ver con todos los géneros, y es como el ornitorrinco, que parece cinco o seis animales, pero no es ninguno de ellos –explica el escritor mexicano al editor Ricardo Cayuela Gally (The Objective)–. Es un marsupial, pero parece un pato, pero también un castor (...) En fin, todos los géneros están ahí, pero es otro género distinto”.
Por cierto que Villoro publicó el año pasado La figura del mundo, sobre su padre. Igual que Agustín Fernández Mallo, que dedica su último libro a su progenitor, aunque se titule Madre de corazón atómico. “Él se fijaba en las cosas en las que otros no se fijaban, en la cara B de los objetos o de lo hechos comunes, lo cual al fin y al cabo es la función de la poesía –revela a Aloma Rodríguez (Letras Libres) el autor de Generación Nocilla–. Extraer fantasía de lo real. La realidad, si se sabe ver con otros ojos, ya es lo suficientemente fantástica, no hace falta sumarle ridículas historias ni infantilizarla”.
P. S. La colombiana María Ospina, una de las más significativas representantes de la llamada liternatura, tiene una forma muy particular de afrontar uno de los grandes conflictos de la actualidad. “¿Tú crees que entre los que cubren la guerra en Palestina alguien ha hablado de los burros? –se pregunta la autora de Solo un poco aquí ante Gabi Martínez (Lengua)–. Yo veo en todas las fotos a burros cargando a gente en sus carretas pero ¿alguien ha hablado de ellos? ¿O de que ahorita están cruzando aves por encima de Gaza o llegando al árbol que era suyo y ya no está? Me tiembla la voz cuando digo esto, de coraje y de dolor, porque esas preguntas muy poca gente las hace, y para mí son las preguntas fundamentales de la política y de la Historia”.