Ignacio Echevarría

La traductora y ensayista Rosa Sala me pide que le ayude a dar a conocer un servicio que ella y un pequeño equipo están impulsando y que trata de responder con ingenio a no pocos de los problemas a que se enfrentan la distribución y el consumo legal de libros digitales. Seebook es un nuevo servicio de venta de ebooks que se distingue por dotar a éstos de un soporte físico y comercializarlos principalmente a través de las librerías.



No soy ningún experto en la materia, y temo que las explicaciones que aquí pueda darles incurran en gruesos errores de formulación. Me limitaré, pues, a exponer lo esencial, esquivando los tecnicismos. El seebook consiste en un díptico de cartulina del tamaño de un libro de bolsillo de los antiguos (12x18cm) cuya portada y dorso reproducen la cubierta del libro en cuestión, y en cuyo interior van impresos los códigos que permiten la descarga del ebook correspondiente en diferentes formatos (pdf, epub, mobi). Los códigos tienen una vigencia mínima de cinco años, de modo que los dípticos, coleccionables, se pueden almacenar para acudir a ellos cuando se le antoje a su propietario, repitiendo la descarga tantas veces como se desee (asociada siempre, eso sí, a una misma dirección de email).



Para conocer otras virtudes y prestaciones del servicio, mejor acudan a la web. Verán allí que la iniciativa, muy bien pensada, se dirige sobre todo a una franja generacional que, por grandes que hayan sido sus esfuerzos de adaptación al mundo digital, mantiene todavía vivos ciertos hábitos asociados a la tangibilidad de los libros tradicionales. Entre estos hábitos se cuenta la tendencia a materializar -a visualizar- de algún modo la propia biblioteca; o el de seguir empleando el libro como objeto de regalo; o el de acudir a las librerías para decidir contrastadamente la siguiente adquisición.



El seebook parece ideado especialmente para una época de transición de la industria editorial, en la que los diferentes soportes satisfacen maneras muy distintas de relacionarse con el libro y de cultivar el hábito de la lectura. Apuesta por la continuidad de las librerías y del papel prescriptor que tantas veces desempeña el librero, y postula una nueva modalidad de edición que, sin salirse del circuito convencional en que siguen circulando y exponiéndose los libros tradicionales, permite eventualmente abaratar costes y reducir riesgos, facilitando una mayor graduación de las tiradas.



Rosa Sala invoca su buen conocimiento del mundo del libro y de los diferentes agentes involucrados en su producción, distribución y divulgación para pretender que, al menos en esta etapa de transición, conviene a unos y otros la creación de una "tercera vía" que sirva de puente entre los ámbitos de la edición tradicional y de la edición digital. Dos ámbitos que permanecen sometidos, por falta de entendimiento, a dinámicas demasiado divergentes, lo cual se traduce en la persistente dificultad no sólo de la industria sino también de muchos consumidores para adaptarse a la situación creada, cuya evolución se diría que desdice tanto las catastrofistas predicciones de los agoreros como los escenarios mutantes de los más entusiastas futurólogos. Factor decisivo de las conductas de determinados lectores respecto al ebook parece ser la persistencia del ingrediente cultual que para muchos sigue manteniendo el libro. Aun tratándose de una simple reminiscencia del libro tradicional, el pequeño díptico del seebook, además de coleccionable, constituye un soporte apto (y es este un aspecto que al parecer se ha tenido en cuenta en su diseño) para que el autor del libro en cuestión dedique o firme el ejemplar. El consumidor de ebooks puede así compaginar la virtualidad del libro digital con el fetichismo ligado al objeto libro, preservando hábitos muy ligados a las prácticas de circulación de este último.



Soy incapaz de especular sobre la fortuna que le cabe a una iniciativa así. Si me animo a discurrir sobre ella es porque, desde mi punto de vista -de lo más limitado en este terreno-, la juzgo bastante plausible y pienso que vale la pena contribuir a su consolidación en medio de un panorama tan confuso e irresuelto como es el del libro digital, doblemente acechado por la piratería y por el monopolio de las grandes plataformas de venta tipo Amazon.



Buena suerte.