Las joyas de la comunidad
Vuelvo sobre Barbazul (1987), la novela de Kurt Vonnegut que leí el pasado verano. Ya les he hablado de ella, pero se me quedó rondando una idea del libro que hoy quiero glosar para ustedes, pues tiene su interés.
Verán. El bueno de Rabo Karabekian, protagonista y narrador de la novela, trata de hacer un balance de su clausurada trayectoria como pintor y se pregunta si los dibujos que hiciera mucho tiempo atrás, cuando todavía era un aventajado aprendiz, eran buenos. Después de dar vueltas al asunto, concluye que sí, que no estaban mal. Otra cosa es que no fueran los mejores dibujos del mundo, pero ¿quién podría pretenderlo?
Rabo se dice que en épocas muy remotas la gente vivía en comunidades relativamente pequeñas, cuyos miembros, dotados por la naturaleza de talentos dispares, se revelaban particularmente útiles para distintas tareas. De este modo, la comunidad solía tener siempre, por ejemplo, a "alguien que contara historias junto al fuego por las noches, y a alguien que dibujara en las paredes de las cuevas, y a alguien que no le tuviera miedo a nada, etcétera".
Con el tiempo, las cosas se torcieron y hace ya demasiado que no son así. De manera que "un esquema como aquél ya no tiene sentido, porque los talentos regulares a secas no tienen valor debido a la prensa escrita y la radio y la televisión y los satélites y todas esas cosas. Una persona de talento moderado, que habría sido una joya de la comunidad hace mil años, tiene que abandonar, tiene que tomar otra línea de actuación, porque los medios de comunicación modernos le enfrentan en competición diaria con nada menos que los campeones mundiales de su especialidad".
Así piensa Rabo Karabekian, poseedor, como ya les conté, de "la mayor colección del mundo de cuadros de expresionistas abstractos norteamericanos". Y si bien uno presiente enseguida que algo de su razonamiento no termina de funcionar del todo, no puede menos que intuir que en él se hace una observación sin duda valiosa: esa de que un talento local aplaudido en su pequeña comunidad como indiscutible campeón de su especialidad, se vea comparado en la actualidad con los mejores del planeta entero, con la consiguiente relativización de sus logros.
Traigamos el ascua a nuestra sardina. Pongamos que uno lee, con razonable placer, la novela de un joven escritor español sobre, por ejemplo, un detective encargado de resolver un turbio crimen de implicaciones acaso políticas. El relato funciona con eficacia, mantiene la intriga del lector y se resuelve de forma solvente. El lector en cuestión queda satisfecho con el libro, hasta que le llega el vivo recuerdo de otras lecturas parecidas, escritas por auténticos maestros del género, casi todos extranjeros, y no puede menos que atemperar su entusiasmo incipiente. Comparada con las de éstos, la novela del joven escritor español no pasa, ciertamente, de un brillante ejercicio, repleto de calcos y de guiños, en absoluto original ni mucho menos novedoso, por bien que cumpla su función de entretener.
Así y todo, el lector al que me vengo refiriendo no pierde el interés por ese autor. De hecho, le sigue la pista y no deja de leer su siguiente novela, que acaso le gusta tanto o más que la anterior, y con la que disfruta particularmente porque se remite a realidades familiares, que el lector conoce y comparte, y que confieren a su lectura una especial profundidad de campo, por así llamarla. El recuerdo de los grandes maestros sigue allí, así como el reconocimiento de su indiscutible superioridad respecto al joven escritor español. Pero esa evidencia deja de entrañar un agravio comparativo para constituir una especie de realidad paralela, comparable en cierto modo a la que, para los hinchas de un equipo de segunda división, supone la liga de la Champions.
De esta extraña manera, esos "talentos regulares" a los que se refiere Karabekian terminan siendo, en definitiva, una joya para su comunidad, y no tienen por qué abandonar. Todo el mundo sabe que se trata de bisutería pero, al fin y al cabo, ¿a quién le importa eso, mientras no asomemos la nariz por encima de la valla?