¿Sabe usted lo que significa esta palabra, guaraguao? Está en el DRAE, donde se dice que es el nombre que recibe en las Antillas un “ave rapaz diurna, del orden de las falconiformes”. Dice además el DRAE que en Puerto Rico es “el nombre de varias plantas” (!). Pero el término es común en otros lugares de América del Sur, donde designa, según la región, distintas especies de aves, entre ellas el aura gallipavo o buitre americano, de muy llamativa cabeza roja.
Como ve, si no es usted ornitólogo, o naturalista, nada tiene de extraño que ignore qué demonios es un guaraguao.
Claro que la palabra podría sonarle por ser el título de un cuento muy conocido de Joaquín Gallego Lara, notable escritor ecuatoriano fallecido en 1947, a los 36 años de edad. Gallego Lara, activo militante comunista, perteneció al llamado Grupo Guayaquil, que desempeñó un importante papel en impulso y la renovación de la narrativa de su país.
Con ser un autor lleno de interés, es raro, sin embargo, fuera del Ecuador, oír mencionar a Gallego Lara, así que tampoco es preocupante que ignore usted el título de su cuento más famoso.
Pero Guaraguao -esta vez con mayúscula- es, asimismo, el nombre de una “revista de cultura latinoamericana” que el pasado 14 de septiembre celebró en la Casa América de Madrid su vigésimo aniversario, en un acto que se aprovechó para presentar, a su vez, sus dos últimos números (51 y 52-53).
Toda la indulgencia que he desplegado hasta aquí se transforma en severa admonición y reprimenda en el caso de que usted -sí, usted, no se haga el longuis-, a quien tomo por lector más o menos asiduo de suplementos y revistas culturales, no conozca a estas alturas -¡veinte años!- Guaraguao. Y es que esa ignorancia significa que su interés por la cultura que se produce en español a uno y otro lado del Atlántico discurre por los cauces más trillados, los mismos que perpetúan la estrechez y la superficialidad con que esa cultura viene siendo endémicamente observada y consumida.
Creada en 1996, Guaraguao empezó a hacerse en la Universidad de Barcelona, pese a lo cual no puede decirse, ni mucho menos, que sea una publicación de ámbito académico, tampoco nacional, sino que, como bien ha observado Nora Catelli, es una revista “rara”, que ha aglutinado a lo largo de su trayectoria a intelectuales, escritores e investigadores latinoamericanos y europeos de muy distintos palos con el propósito de reflexionar y debatir acerca de la cultura de América Latina en un marco muy ampliado, que excede tanto lo territorial como las restricciones de lo que se entiende comúnmente por cultura humanística.
Bajo la inteligente y tenaz dirección del poeta, ensayista y narrador Mario Campaña, Guaraguao ha resistido todo estos años sin ceder un ápice en su talante indagador, crítico y emancipador, entregando, uno tras otro, gruesos volúmenes siempre llenos de interés, en los que entrevistas, ensayos y documentos oportunamente recuperados o traducidos de otras lenguas (como, por ejemplo, la correspondencia entre Walter Benjamin y Eric Auerbach), conviven con reseñas de libros desentendidas de los dictados de la actualidad y con páginas de creación por las que han pasado autores de toda laya, célebres y emergentes, canónicos y marginales.
Rehuyendo la especialización, abogando por el cruce de perspectivas y fomentando el diálogo y la discusión, Guaraguao es de las muy escasas publicaciones periódicas que asume programáticamente un papel de puente entre España y Latinoamérica, con un tránsito que fluye en ambas direcciones, como se desprende de un simple vistazo a lo sumarios de sus números sucesivos. Sin ir más lejos, el penúltimo incluía un notable dossier sobre los fenómenos poéticos madrileños de las últimas décadas, en tanto que el último contiene otro dedicado a los poetas e intelectuales de la Independencia.
Editada en España por el Centro de Estudios y Cooperación para América Latina, la revista obvia radicalmente la mirada metropolitana y postula la interacción entre centros y periferias, asumiendo la necesidad de perseverar y de profundizar sin miramientos en el proceso aún abierto de descolonización, en su triple dimensión política, económica y cultural.
No dejen de prestarle atención. Y felicidades.