Días atrás, el diario El País aireó con sorprendente alarmismo el propósito, por parte del Grupo Planeta, de destruir los fondos que conserva de Círculo de Lectores, en particular los de su colección de Obras completas “Opera Mundi”. Poco después, el mismo diario se hacía eco del desmentido del mismo Grupo Planeta y de las alternativas que se abrían a la destrucción de ejemplares. Todo ello con cierto desgarramiento de vestiduras que se me antojó, la verdad, algo farisaico.
De entrada, la práctica de destruir fondos que no circulan es muy común en el mundo editorial. A diario se destruyen miles y miles de ejemplares de todo tipo de libros, sencillamente porque el coste de almacenarlos es superior al eventual beneficio que producen unas ventas demasiado escasas.
Por otra parte, de las dos docenas de autores cuyas Obras completas impulsó Círculo, más de la mitad se hallan en la actualidad en manos de Galaxia Gutenberg, editorial independiente que goza de buena salud, por lo que no hay motivos para temer por su destrucción, de momento. De los que conservó Círculo cuando fue comprado por Planeta, algunos autores –como Kafka y Canetti– tienen esas mismas obras completas disponibles en Debolsillo, y de otros –como García Lorca, Neruda o Nicanor Parra– estimo improbable que resten fondos considerables. De modo que la amenaza de destrucción apenas pesa sobre un puñado escaso de autores. En cuanto a las cartas en que se avisaba a los autores de la eventual destrucción de ejemplares de sus libros, es común que empleen ese lenguaje perentorio, expeditivo, que sin duda resuena alarmante pero que obedece a las miserables rutinas del oficio administrativo.
La ambición con que fue planeada la serie de Obras completas de Círculo de Lectores y Galaxia Gutenberg desbordaba con mucho la realidad del mercado español del libro
Fui partícipe activo de la creación de la línea de Obras completas impulsada a comienzos de los 90 por Círculo de Lectores bajo el audaz liderazgo de Hans Meinke. Yo mismo me ocupé, en el transcurso de dos décadas, de la realización de las Obras completas de Ramón Gómez de la Serna, de Frank Kafka, de Elias Canetti, de Juan Carlos Onetti, de Miguel Delibes, de Nicanor Parra. De la dimensión utópica del proyecto –emprendido sin amparo alguno de apoyo oficial, sin subvenciones de ningún tipo, sin la complicidad del tejido académico– da cuenta suficiente el hecho de que el mascarón de proa de la serie fuesen, precisamente, las Obras completas de Gómez de la Serna, seguramente, entre los autores que integran el canon español del siglo XX, el menos abarcable, el menos idóneo para ser leído en toda su extensión vastísima, en su radical y a menudo desalentadora incontinencia. A pesar de lo cual, bajo la heroica e infatigable dirección de Ioana Zlotescu, la mejor y más apasionada conocedora de la obra de Ramón, se llegaron a ultimar 20 de los 21 volúmenes que comprendía el proyecto, cuya inconclusión obedeció, entre otras cosas, a la escasa atención que éste mereció por parte de la prensa cultural, y a los catastróficos resultados comerciales.
La ambición con que fue planeada la serie de Obras completas de Círculo de Lectores y Galaxia Gutenberg, los elevados estándares de calidad con que fue programada, la excelencia de su diseño y de su producción material, desbordaban con mucho la realidad del mercado español del libro. Que en los almacenes de Círculo de Lectores se cubrieran de telarañas volúmenes valiosos que no tenían “salida”, y que se considere su eventual destrucción, es una noticia lamentable, sin duda. Pero las causas últimas de ello hay que buscarlas en la muy defectuosa atención que la mayoría de los agentes culturales suelen prestar a publicaciones de esta naturaleza, en el tratamiento rutinario que reciben por parte de la crítica, en la poca predisposición de muchos libreros a mantener en su fondo volúmenes en general gruesos y relativamente costosos, y en la falta de hábito y escaso asesoramiento de un público lector que se intimida ante libros que se le antojan demasiado caros, cuando su precio, en definitiva, es muy inferior al que supone la adquisición individual de las piezas que contienen, y que en el marco de unas obras completas se brindan, encima, con muchos mayores cuidados, esmeradamente presentados, y con útiles aparatos de notas y herramientas de consulta.
De esos polvos, pues, estos lodos. l