La felicidad como resistencia
En todo el ámbito hispánico, la incesante proliferación de pequeñas editoriales, con programas cada vez más alternativos, está dando lugar a un importante incremento y diversificación de la oferta literaria, sobre todo en lo que respecta a lenguas extranjeras. Las subvenciones a la traducción de autores sobre todo contemporáneos que, con cierta liberalidad, conceden países como Alemania y Austria, facilita el acceso a títulos de más o menos actualidad, y la posibilidad de sintonizar con tendencias foráneas aún emergentes.
La editorial asturiana Hoja de Lata acaba de publicar, con el apoyo del Goethe Institut, Marzhan, mon amour, cuarto libro de Katja Oskamp (Leipzig, 1970), autora hasta el momento inédita en castellano. La novela viene precedida de un notable éxito en Alemania, donde se publicó en 2019. La edición española, con impecable traducción de Santiago Martín Arnedo, lleva un beligerante e incitante prólogo de Belén Gopegui, que enfoca del mejor modo una lectura que, de tan amable y cordial como resulta, corre el riesgo de que pase desapercibido su radical posicionamiento ético y estético.
Marzahn es el nombre de un distrito del sector noreste de Berlín en el que, en las décadas de los 70 y 80, la República Democrática Alemana desarrolló un ambicioso proyecto de construcción de viviendas a gran escala. El aspecto de sus edificios, levantados con grandes losas de hormigón prefabricadas, no dista mucho del de los bloques de los barrios periféricos de Madrid y Barcelona, si bien el planificado urbanismo de Marzhan dispuso amplias avenidas y zonas ajardinadas que rebajan hasta cierto punto la fealdad y la sordidez de un ámbito masificado, habitado en su mayor parte por trabajadores y pensionistas de rentas bajas.
A los 44 años, sumida en cierto marasmo existencial, con su carrera como escritora estancada, Oskamp optó por formarse como pedicura y se puso a trabajar en un salón de estética de Marzhan. Durante los años siguientes se dedicó a cuidar los pies de una clientela integrada en su mayor parte por viejos trabajadores y trabajadoras de la RDA, casi todos jubilados, que sobreviven no sin penurias, pero casi siempre con dignidad, en un mundo profundamente transformado por su súbita reinmersión en el capitalismo.
La empatía y la bondad, la atención y la piedad, al igual que la amistad, constituyen en 'Marzhan, mon amour' una especie de activismo
A medio camino entre la crónica sentimental y el reportaje sociológico, Marzhan, mon amour elabora maravillosamente, sin idealizarla en absoluto (lejos de eso, ofreciendo a menudo detalles que al lector aprensivo se le antojan repugnantes), la experiencia de la autora en un oficio que conlleva un muy particular punto de vista: el de quien se pone a los pies de sus clientes y, mientras trabaja, platica con ellos, haciéndose depositaria de toda suerte de historias y confidencias. El resultado es una convincente galería de personajes que suman un testimonio indirecto, tan sutil como veraz y revelador, de lo que ha supuesto, en particular para las generaciones que crecieron bajo el régimen comunista, la para muchos traumática reunificación de las dos Alemanias.
El molde narrativo del que se sirve Oskamp es relativamente convencional (pienso en libros como La calle amarilla de Veza Canetti o Miguel Street de V.S. Naipaul), pero no lo es su propia actitud como narradora, de honestidad y simpatía arrolladoras. Gopegui destaca con razón “el uso no ostentoso del humor, la capacidad de Oskamp para esquivar el patetismo victimista y percibir relaciones y sentidos no esperados en los hechos cotidianos”. Destaca también su modo tan resuelto de devolver “al vínculo entre la persona que trabaja y lo que el capitalismo denomina su cliente una materialidad no mediada sólo por el pago aun cuando el pago siga existiendo”. A lo que añade: “El pago sucede pero no borra la relación, no deja a trabajadoras y clientas desposeídas de un vínculo real, no las condena al mero vínculo comercial”.
Sin incurrir nunca en el buenismo ni en la condescendencia, mucho menos en el conformismo, Marzhan, mon amour viene a postular la felicidad como una forma de resistencia. De resistencia a un sistema que en su lugar promueve el éxito, el poder o la riqueza. La empatía y la bondad, la atención y la piedad, al igual que la amistad, constituyen aquí una especie de activismo. De la lectura de este libro encantador se sale extrañamente concienciado, fortalecido y sonriente.