La última novela de Álvaro Pombo, Santander 1936 (Anagrama), recrea el destino de Álvaro Pombo Caller, su tío carnal, fallecido a los 19 años de edad en el barco-prisión republicano Alfonso Pérez, en diciembre de 1936. Junto a él perdieron la vida otros 155 presos, casi todos simpatizantes o militantes de partidos y formaciones de derechas, entre ellos algunos que pertenecían a las "mejores" familias de Santander, en cuyo puerto se hallaba atracado el barco; también se contaban militares, sacerdotes, religiosos.
La masacre fue cometida en represalia por un bombardeo de la aviación nacional, a consecuencia del cual una multitud enfurecida asaltó el barco y se arrojaron granadas de mano a las bodegas en que se hacinaban los presos. Pombo reconstruye el episodio sirviéndose de abundante documentación histórica, tratando de desenredar la cadena de circunstancias que llevaron a su tío Alvarito, o Alvarín, como lo llamaban, a alistarse en la Falange y terminar sus días de tan trágica manera.
Lo hace con esforzada y valiente ecuanimidad, sin disimular la simpatía ni la piedad que le despierta el personaje, cuyas razones se propone honestamente escrutar. El resultado es moralmente plausible, aunque ideológicamente inservible, y lo sustenta el desparpajo intelectual y sentimental de Pombo, el modo tan franco y a ratos ingenuo con que se empeña en mostrarse imparcial.
Para quienes la leyeran en su día, resulta poco menos que inevitable, al leer ahora Santander 1936, recordar El monarca de las sombras (2017), la novela que Javier Cercas dedicó años atrás a un remoto tío suyo que también se hizo falangista, y que también falleció, como Alvarín, a los 19 años de edad, en su caso combatiendo en el frente del Ebro, por supuesto en el bando de los nacionales.
A más de un efecto, tiene interés contrastar las dos novelas, escritas por destacados escritores de dos distintas generaciones. Álvaro Pombo nació en 1939 y podría, por lo tanto, ser padre de Javier Cercas, nacido en 1962. Pombo es santanderino, descendiente de una distinguida y acomodada familia del patriciado cántabro. Cercas nació en Ibahernado, un pequeño pueblo de Cáceres, y, niño aún, emigró con su familia a Gerona, donde se crio. Las perspectivas sociales y educativas, además de generacionales, de los dos autores no pueden ser más dispares, y lo mismo cabe decir de su talante humano.
Pombo se muestra despreocupado de toda presunta filiación ideológica y enfrenta el destino de su tío con sincero afán de comprenderlo "poniéndose en su piel"
Allí donde Cercas forcejea teatralmente con la mala conciencia –¡la culpabilidad!– que supuestamente le produce "haber tenido un tío facha" (un tío abuelo, en realidad), Pombo se muestra despreocupado de toda presunta filiación ideológica y enfrenta el destino de su tío con sincero afán de comprenderlo "poniéndose en su piel", como quien dice. Ningún asomo en Pombo de esa vergüenza respecto al pasado "bochornoso" de su familia que Cercas finge conjurar en su novela, después de décadas, dice, de arrastrarla consigo, como si de una marca de Caín se tratara.
Pombo hace de su tío un mártir iluso; Cercas, un héroe equivocado. La cosa va de héroes y mártires, en cualquier caso. De pobres y cándidos chicos despistados que antes de morir no dejan de barruntar que tal vez sus ideas no valen tanto como para morir por ellas.
Cercas no se resiste a imaginar a su tío Manuel, en sus últimos días, "taciturno y absorto y desencantado y humilde y lúcido y envejecido y harto de la guerra". Pombo, al menos, tiene la entereza de imaginar a su tío Álvaro gritando "¡Arriba España" y "¡Viva Falange Española!" segundos antes de morir. Su novela constituye una extemporánea pero instructiva ilustración de la inopia y el espanto y la confusión con que un sector de la burguesía liberal vivió el estallido de la Guerra Civil. Y del dolor, y no solo el precio, que para algunos entrañó la victoria.