Una vez más, como si de cumplir un viejo y trasnochado rito se tratara, los versos de Antonio Machado sirvieron para poner fin al discurso de un político español en el Parlamento.
Pobre Machado, manoseado sin cesar por unos y otros, desde hace ya más de ochenta años.
En esta ocasión lo invocó Ramón Tamames, al final de su discurso en la moción de censura impulsada por Vox el pasado 21 de marzo.
Se preguntaba Tamames si los problemas de España tenían solución, y él mismo respondía que sí. Lo hacía pensando, dijo, en unos versos famosos de Antonio Machado: “Mas otra España nace, / la España del cincel y de la maza, / con esa eterna juventud que se hace / del pasado macizo de la raza. / Una España implacable y redentora, / España que alborea…”.
A lo que apostillaba Tamames: “Eso sí que es un programa hecho en los versos más hermosos que se pudieran concebir”.
Palabras a las que siguieron unos desganados aplausos de la bancada de Vox.
Fue precisamente a propósito de Machado que Rafael Sánchez Ferlosio, su más atento y respetuoso lector, escribió en 1980 un artículo titulado “La demencia senil de la cultura española”. Se hablaba por aquellos días de repatriar los restos del poeta, y Ferlosio salía al paso de la rancia retórica empleada con este pretexto, unos y otros dale que te dale invocando la memoria de Machado como “un patrimonio cultural”.
En ese artículo se refería Ferlosio a los mismos versos citados por Tamames, que no tenía empacho en calificar de “horripilantes”. Y eso que, como va dicho, nadie ha profesado mayor respeto y admiración por Machado que Ferlosio.
En otro artículo de ese mismo año, titulado “Los toros como Antiespaña”, volvía Ferlosio sobre esos versos de Machado y se hacía cruces ante el hecho de que un poeta como él cayera “en la españolísima pasión por esta lúgubre y asoladora España del cincel y de la maza”.
Una imagen, esta del cincel y de la maza, que a Ferlosio se le antojaba paradigma de “representación fascista si las hay, en el preciso sentido de reducir a los hombres y a los pueblos a meros materiales e instrumentos de grandeza histórica y de hacer de la vida cuerpo de la historia, lo que siempre acaba equivaliendo a hacerla carne de cañón”.
En un artículo anterior, titulado “Restitución del fariseo”, escribía Ferlosio que “el famoso pasaje de ‘la España del cincel y de la maza’ es justamente el más fascista de todos los pasajes de Machado; ‘fascista’ no en el lato sentido o sinsentido acuñado para insulto, sino en otro muy específico y característico: el de la concepción de los hombres y los pueblos como instrumentos de grandeza histórica”.
De lo que se desprende que no por casualidad el candidato de la ultraderecha para la presidencia del Gobierno, en la pasada moción de censura, escogió, entre todos los de Machado, justamente esos versos que Ferlosio juzgaba representativos de “la peor literatura orteguiano-falangista” y tachaba como “los más detestables ripios fascistoides del propio Antonio Machado”.
Nada es casual, por lo que se ve.
Por lo demás, tiene interés observar que Tamames interrumpía su cita en el punto justo. Si la prolongaba un poco más allá, ese “programa” que según él plantean los versos de Machado ofrecía algunos filos indeseablemente cortantes. Pues los versos citados siguen así: “…Una España implacable y redentora, / España que alborea / con un hacha en la mano vengadora, / España de la rabia y de la idea”.
Con la bancada de Vox a las espaldas, no me digan que los versos, así, no suenan diferente.