Todavía están a tiempo. Hasta el 22 de enero. Por los pelos, pero a tiempo. Así que háganse un favor y, si no lo han hecho ya, no dejen de visitar, si pueden, en el Museo Reina Sofía, la exposición Llámalo de otra manera (Something Else Press, Inc., 1963-1974).
En particular para quienes orbitamos en el mundo del libro, se trata de una de las muestras más originales, interesantes y concernientes del año recién terminado, pues propone un recorrido panorámico por una insólita aventura editorial heredera del espíritu experimental y revolucionario de las vanguardias, que trató de dar cauce a tendencias que no han hecho más que prosperar en una cultura mutante como la que nos ha correspondido vivir.
Todo comenzó con un cabreo monumental. El escritor y compositor estadounidense Dick Higgins (1938-1998), integrante del movimiento Fluxus, harto de que su amigo George Maciunas retrasara una y otra vez la publicación de su libro Jefferson Birthday/Postface, optó por crear su propio sello editorial, que enseguida iba a convertirse en cantera de todo tipo de iniciativas inclasificables.
Fue su mujer, la también artista Alison Knowles, quien, preguntada por Higgins sobre qué nombre convendría a su sello, le dijo: “Llámalo de otra manera”. Nació así Something Else Press (Something Else significa en inglés ‘de otra manera’), que en la contracubierta de su primer libro llevaba impreso un manifiesto así titulado, en el que se leía entre otras cosas: “La dedicación a escala personal puede ser plural. Puedes dedicarte al mismo tiempo a preparar ensaladas y pescado, a la acción política y a la ingeniería fotográfica, al arte y al no-arte […] En realidad, todo el mundo podría estar metido en esto del Something Else, lo quieras o no. Cualquiera”.
Entre las publicaciones de Something Else se cuentan una caja de postales de Robert Filliou (Ample Food for Stupid Thought, “Alimento en abundancia para pensamientos estúpidos”, comparable, por cierto, a los Artefactos de Nicanor Parra, de 1972); las obras completas de Gertrude Stein, una colección de partituras de John Cage, una antología de proyectos arquitectónicos utópicos, personalísimos libros de artista en forma de cuadernillos y el espectacular The Big Book (“El Gran Libro”) de la ya mencionada Alison Knowles: un libro “habitable” de casi un metro y medio de ancho por dos y medio de alto, que Knowles construyó en la casa que compartía con Higgins.
'Llámalo de otra manera' es una de las muestras más originales, interesantes y concernientes del año recién terminado
Sus ocho páginas móviles montadas sobre raíles albergaban una pequeña cocina, un rincón de lectura, una sala de exposiciones y un cuarto de baño.
En la misma vivienda neoyorquina de Higgins y Knowles, Something Else operó también como galería de arte, sala de conciertos y de lecturas, sede de talleres, de presentaciones y de toda clase de actos de naturaleza indefinida.
Pues fue en el marco de Something Else como Higgins –pionero en el empleo de las computadoras como herramienta para la creación de arte– articuló su concepto de intermedia, con el que trataba de abarcar la naturaleza fluida, interdisciplinar, de la nueva pulsión artística, que había de servirse de todos los medios a su alcance para dar cauce a la sensibilidad surgida de la cultura de masas y la revolución tecnológica.
Además de una amplia representación de sus publicaciones (repletas de ideas sensacionales, y con felices y sorprendentes diseños), la muestra del Reina Sofía, comisariada por Alice Centamore y Christian Xatrec, presenta abundantes materiales de archivo de la editorial, así como numerosos objetos y creaciones de toda suerte –incluidas filmaciones– surgidas en su entorno.
De todo lo cual cabe hacerse una cabal idea mediante el libro-catálogo publicado por el propio MNCARS, Call it Something Else, provisto de excelentes ensayos explicativos y buena documentación, comprendida una entrevista al propio Dick Higgins realizada por Christian Xatrec.