Image: Obra poética completa

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Primera palabra

Obra poética completa

Samuel Beckett

10 enero, 2001 01:00

Edición y traducción de Jenaro Talens. Hiperión. Madrid, 2000. 311 páginas, 2.500 pesetas

Dice el Beckett más desesperado que no hay nada que decir y que nada puede decirse, pero en nosotros una voz continúa hablando, expresándose, intentando decir...

Para la mayoría, Samuel Beckett (1906-1989) irlandés pero apátrida, según una notable tradición irlandesa que ejemplificó admirablemente James Joyce, fue ante todo uno de los creadores del llamado en la postguerra "teatro del absurdo" (con Ionesco, otro expatriado) a partir de su drama Esperando a Godot, escrito originalmente en francés y en 1951. Novelista o dramaturgo -desde luego es ese el espacio más ancho de su producción- son menos quienes saben que Beckett (como muchos prosistas) inició su andadura literaria como poeta y como poeta la terminó, poco antes de morir. Sin embargo muchos de sus traductores y estudiosos -no es la primera vez que se traduce entre nosotros la poesía del novelista dramaturgo- insisten en el carácter esencialmente poético de toda su obra, que, poco atenta a ninguna regla de género, sitúa el brote de su lenguaje en actitudes típicamente líricas. Dice el Beckett más desesperado que no hay nada que decir y que nada puede decirse, pero en nosotros una voz -pese a ese razonamiento del vacío- continúa hablando, diciendo, expresándose, intentando decir... Esa voz que habla pese a las razones del silencio, y su sentirse "ser-en-exilio" (y no sólo de su patria física) condicionarán la vida y la escritura de Samuel Beckett, aquel hombre alto y sumamente delgado que tuvo aspecto de alcotán y pájaro de presa.

Beckett (ayudante de Joyce en París para corregir Finnegan’s Wake; Joyce sería por eso su maestro, su anhelo y su rechazo) inició su vida literaria en ese París de la modernidad, y aún de la "generación perdida", al publicar su primer relato, en 1929, en la revista "transition" -con minúscula- vinculada a ese espíritu moderno del que Joyce y Eliot y Virginia Woolf y Gertrude Stein fueron luminarias. Poco después -en 1930- Beckett ganó un premio poético, financiado por Nancy Cunard, con el poema "Whoroscope" (Horóscoño). Tanto ese texto como el primer libro de versos que Beckett publicó no mucho después (en 1935) Los huesos de Eco, responden básicamente a su experiencia -a su personal vivencia- de aquella modernidad aludida.

A caballo entre los fluidos de conciencia joyceanos y La tierra baldía de Eliot, Beckett aparece como un poeta pesimista, que rememora y desdice escenas y amores en Irlanda, a través de poemas que son monólogos interiores y fragmentarios, con momentos estupendos como "Enueq 1" o "Malacoda", con multitud de alusiones culturales, no siempre explícitas. Hay aquí un Beckett lírico -todavía en inglés- que trabaja en el lenguaje, buscando sus fronteras -entre otras fronteras- aunque sin olvidar, como dice el último verso del libro, aludiendo a los hombres: "tomados por los gusanos por lo que en verdad son".

Bien que, a partir de 1945, la mayoría de la poesía beckettiana se escribirá en francés, no dejaron, ocasionalmente, de aparecer poemas sueltos en inglés, a la par que -a menudo- el propio Beckett hizo versiones inglesas de sus poemas en francés. En cualquier caso el Beckett de la postguerra (el que se volverá famoso a su pesar) escribe entonces una poesía mucho más desnuda, más cercana a su teatro y a parte de su narrativa, próxima a esas cortas piezas dramáticas que tradujo aquí Juan Benet con el título general de Beckettiana. Más investigación lingöística hay en el inglés, pero en el francés -más académico- Beckett logra esa extraña y desesperada desnudez (la voz de ese hombre que habla a pesar del silencio) y que fue uno de sus grandes hallazgos. Sin duda lo mejor del poeta Beckett en francés es el conjunto de las Mirlitonnades (1976-1979), traducido aquí como Letanías ("mirliton" significa pito en francés, y la expresión "vers de mirliton" equivale a versos de chufla) y cuyos breves poemas, a menudo rimados -para acentuar el pitido, con ironía- son como el más absoluto compendio del Beckett esencial. Por ejemplo: "al oirse decir/ que ya no falta mucho/ la vida al fin a sonreír/ abiertamente se le puso".

Merecen para mí una especial mención (aunque se trata de un conjunto muy breve) las Adaptaciones de Chamfort que Beckett escribió en inglés en 1976 y publicó en su Collected Poems en 1978. Sébastien Roch Nicolas, llamado Chamfort (1741-1794), fue un ilustrado francés, enormemente pesimista acerca de la condición humana, famoso por sus Máximas, que muy lógicamente atrajeron a Beckett. Sobre ocho de esos pensamientos célebres -concentrándolos, volviéndolos poemas breves y rimados en inglés- Beckett hizo el experimento de publicar ambos textos juntos. Aquí, además, la traducción española. (Debieran haber traducido también, aunque fuese a pie de página, los pensamientos en prosa del gran Chamfort). El último poema de Beckett -su texto último, en francés y en inglés- "Cómo decir" o "Qué palabra" según en que lengua, vuelve cerrándola, a esa más que sobria imagen de la voz que balbuce en el desierto.

Jenaro Talens (prologuista y traductor de este libro trilingöe) se inició como traductor de Beckett ya en 1970. Su trabajo es fruto de un largo camino admirativo, y si algunas traducciones pueden discutirse (lógicamente) el conjunto resulta más que digno y cumple. las rimas (cuando las hay) o no se traducen o se pasan generalmente al asonante, casi siempre mejor. Un cuidado trabajo.