Image: El escudo de Arquíloco

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Primera palabra

El escudo de Arquíloco

JUAN ARANZADI

26 septiembre, 2001 02:00

Antonio Machado Libros. Vol. 1: Sangre vasca. 796 págs., 4.300 ptas. Vol II. El "Nuevo Israel" americano. 550 págs., 3.600 ptas

La tarea culminada por Aranzadi en estos dos volúmenes constituye el formidable trabajo de un librepensador, una denominación tal vez en desuso, pero que encaja con la valentía intelectual y el rigor con los que aborda los temas contenidos en ambos volúmenes que conforman una obra densa, basada en un trabajo enciclopédico y de sumo interés.

Muy sintéticamente, en el primero de ellos, Sangre vasca, trata el asunto del terrorismo de ETA y el racismo abertzale a través del análisis del papel que han desempeñado en su creación y legitimación la Iglesia, la familia tradicional vasca, la mitología creada por los escritores fueristas y la Antropología Vasca. La segunda parte está dedicada al estudio del nacionalismo estadounidense, en particular del milenarismo WASP (blanco, anglosajón y protestante), y del sionismo, a la relación entre ambos mesianismos con la democracia y el liberalismo y a la fundamentación étnico religiosa de ambos Estados, el norteamericano y el de Israel. En conjunto, el libro estudia la base religiosa de estos fenómenos políticos y sociales y muestra el fracaso de los valores del proyecto de la Modernidad Ilustrada.

La obra está escrita desde una postura ética que condena sin paliativos la muerte y cualquiera de sus legitimaciones (Patria, Fe, Democracia...) , defendiendo que la huida es la única respuesta prudente cuando se siente la vida amenazada. Se parte de la condena de cualquier valoración positiva del martirio y de toda visión mesiánica, algo que tiene mucho que ver con la propia experiencia personal del autor para introducir la parte dedicada al estudio del terrorismo de ETA, su génesis y las consecuencias del desarrollo de la actividad terrorista. Su proximidad a la banda de 1968 a 1972 le permite documentar el papel determinante que jugó la Iglesia en el surgimiento de la organización terrorista.

En su análisis de la antropología vasca el autor somete a una rigurosa labor de demolición todo el entramado forjado desde aquellos tiempos hasta la actualidad. Es precisamente ahí donde luce de forma magistral su dominio del tema. Empezando por las obsesiones de aquellos medidores de cráneos y pasando por la limpieza de sangre, Aranzadi va rastreando los tópicos, mitos y manipulaciones que culminan en la obra de Sabino Arana fundamentada en la religión y la raza vasca. A continuación, explica cómo el racismo, desprestigiado por la derrota del nazismo y la constatación del Holocausto después de la II Guerra Mundial, vence este obstáculo mediante una operación de transformismo en la que se vale de las teorías etnistas que trasladan el énfasis en la raza y la religión para ponerlo sobre la lengua y la cultura a la hora de caracterizar una etnia. En ese sentido, el pueblo vasco es una creación de la antropología y del nacionalismo vasco. Tras la muerte de Franco, la mayoría de los antropólogos vascos se alinearon dentro de la comunidad nacionalista y, por decirlo de forma muy resumida, sancionaron la conversión de la violencia etarra en violencia vasca.

En la génesis de ETA, y en su perduración, influyó decisivamente la penosa situación del nacionalismo durante la posguerra. De todas las cuestiones sumamente interesantes sobre las que ahonda el autor habría que destacar la decisiva importancia que tuvo para el resurgimiento del nacionalismo vasco la acción terrorista. Las acciones de la banda supusieron una revitalización del conjunto de la comunidad nacionalista vasca, lo que benefició a los nacionalistas moderados.

En relación con la pervivencia del terrorismo durante la Transición, alimentada por las prácticas de la tortura y la guerra sucia, el autor trata la revisión de la Transición, que a su juicio ha sido mitificada por la mayoría de historiadores, politólogos y periodistas. En este capítulo, Aranzadi expone sus críticas a dicho proceso, al papel de la Monarquía, de los Borbones, no al sistema en sí, una democracia formal, con división de poderes, régimen parlamentario representativo y libertades, un modelo equiparable al norteamericano. Su censura se centra en los valores, reprocha que la Constitución consagre valores antidemocráticos como la concepción de Nación, los privilegios que se otorgan a la Iglesia y la asignación al Ejército la salvaguardia de la unidad de la nación. En resumen, para el autor, esta Constitución "no es sino la versión democrático-formal de la España vencedora en la guerra civil".

En el apartado dedicado a los Estados Unidos se descubre en toda su dimensión la importancia de la tradición teológica-política en la corriente socialmente hegemónica en ese país, que es la que alimenta la conciencia nacional de los norteamericanos. En este orden de cosas, es fundamental uno de los legados del puritanismo: la concepción del Nuevo Mundo como un nuevo Israel y del pueblo norteamericano como un pueblo elegido. Por su parte, en el capítulo dedicado a Israel, el lector no ha de esperar que se aborde la cuestión "judío-palestina", aunque aparezcan numerosas referencias al asunto. Trata del proceso histórico e ideológico en el que tiene lugar el sionismo y de las consecuencias ideológicas de la creación del Estado de Israel sobre presupuestos étnico-religiosos, constatación del fracaso del proyecto de la Modernidad Ilustrada. En esta obra, que precisa una lectura exigente y atenta, el lector verá recompensado su esfuerzo, pese a las discrepancias que puedan surgir con alguna de las conclusiones, por el desafío y originalidad de los planteamientos, por la hondura y la altura intelectual que alcanza el texto de Juan Aranzadi.