Primera palabra

Una mujer

PETER ESTERHÁZY

26 septiembre, 2001 02:00

Trad. J. Xantus. Alfaguara, 2001. 198 págs.

En los años 70, los estructuralistas anuncian la muerte del hombre. Se afirma que el yo sólo es una ficción, un pronombre incapaz de explicar la diversidad de lo humano. Esterházy se inspira en esta idea para mostrar las múltiples facetas que componen el universo femenino. Concebida como un poliedro, Una mujer explora todas las variaciones del amor heterosexual, sin renunciar a pequeñas incursiones en la penumbra del "amor que no se atreve a decir su nombre".

El relato se articula en capítulos discontinuos que podrían leerse desordenadamente. Cada uno forma parte de la galería que recoge los diferentes tipos de lo femenino. La descripción de cada tipo produce la sensación de que se trata de la misma mujer, desdoblada por el tiempo o las circunstancias. A veces, en cambio, se impone la idea de que cada retrato se refiere a una singularidad irreductible. Borges ya nos advirtió que ser todos es una forma de ser nadie. No sabemos si Esterházy se ha propuesto descubrir la esencia de lo femenino, pero ha escrito una crónica del deseo que muestra la estrecha conexión entre las palabras y el cuerpo.

A pesar de ser un género relativamente joven, la novela lleva agonizando un siglo. Los que se apresuran en firmar su certificado de defunción, cantarán las virtudes de textos como el de Esterházy, donde no hay hilo argumental ni personajes. Los que aún creen en las excelencias de un buen relato, echarán de menos la precisión de una trama bien urdida o la fuerza de esos seres imaginarios (don Juan, el Quijote) que forman ya parte del imaginario colectivo.