Image: Visiones de lo real en la poesía hispanoamericana

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Primera palabra

Visiones de lo real en la poesía hispanoamericana

ED. MARIO CAMPAÑA

26 septiembre, 2001 02:00

DVD. Barcelona, 2001. 298 páginas, 2.300 pesetas

Pocas objecciones pueden formularse a esta selección de poetas y poemas hispanoamericanos. Tal vez el lector hubiera elegido otros nombres o seleccionado otros textos. Pero, como en cualquier antología, todo puede ser discutible, salvo la sensibilidad y el rigor del autor.

No cabe duda, sin embargo, de que ésta debe inscribirse entre las que, en nota, Campaña designa como "personal" frente a las "institucionales": "las más arbitrarias de todas las antologías son las encargadas a una sola persona". Añadiríamos que, asimismo, pueden resultar también las más creativas; por ejemplo, la de Gerardo Diego sobre su propia promoción, cuyos aciertos fueron verdaderas premoniciones. La que comentamos tiene un valor indiscutible y merece, a la vez, un reparo esencial. Ofrece una selección de poetas posteriores a los que Saúl Yurkiévich calificó como "fundadores": Huidobro, Neruda, Vallejo, etc. Pero Campaña ha pretendido formular algo parecido a una tesis: de ahí "visiones de lo real". Toma como lazarillo a Octavio Paz, quien apuntó que "la de los años 40 fue una transformación no menos profunda que la de los años 20". Del panorama que se ofrece falta precisamente Paz, por razones que tienen que ver con derechos de autor. Pero poco cambia, antes al contrario, confiere mayor unidad al conjunto.

Campaña asegura: "La presencia en la poesía hispanoamericana contemporánea de un conjunto significativo de obras que asume la realidad sensible y su dinámica como materia principal de la elaboración poética [...] Para evitar confusiones, sin embargo, conviene distinguir el universo así definido de esta antología, del tipo de poesía popularizada en los años 60 y 70 con los nombres de poesía social, poesía de lo cotidiano, poesía conversacional, poesía comunicante, realismo social, poesía política, etc.". Habrá que añadir ahora otra etiqueta más, visiones de lo real.

El autor ha seleccionado las obras de Enrique Molina, Pablo Antonio Cuadra, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, César Dávila Andrade, Eliseo Diego, Idea Vilariño, álvaro Mutis, Carlos Martínez Rivas, Carlos Germán Belli, Jorge Eduardo Eielson, Rosario Castellanos, Blanca Varela, Jaime Sabines, Enrique Lihn, Juan Gelman, Jorge Teillier, Roque Dalton y Eugenio Montejo.

Ordenados por sus fechas de nacimiento, Molina nace en 1910 y Montejo en 1938. Quienes conozcan -caso poco frecuente entre nosotros- la poesía hispanoamericana posterior a la de los "fundadores" advertirán que las poéticas de cada uno de los representados son diversas. Y que la selección no alcanza a los jóvenes. A mi entender, faltan nombres indiscutibles. Valgan como ejemplo de ausencias de difícil justificación las obras de Olga Orozco o de José Emilio Pacheco. Estos dieciocho poetas elegidos lo han sido por voluntad y capricho de su autor, y éste hubiera acertado al no buscarles una entidad estética común, sino presentarlos como una lírica original, aunque ninguno -salvo quizá Parra- posean la capacidad rupturista de la promoción anterior, ni siquiera de la modernista.

Pero otro valor debe advertirse en la selección: la presencia en ella de algunos poetas escasamente conocidos, casi secretos, autores como de culto, pese a la entidad de sus obras: por ejemplo, las del peruano Jorge Eduardo Eielson o del chileno Jorge Teillier. Aunque no seleccionado, ahí está mencionado, entre los hispanoamericanos, Tomás Segovia.

Siguiendo a Valverde, el autor acierta cuando, abandonando cualquier teoría sobre lo real, asegura que "éstos son, aproximadamente, los poemas realistas que a mí me han interesado mayormente, [...] los que me han planteado los interrogantes más turbadores y han sugerido las respuestas más ciertas aunque no siempre más felices". Me pregunto por qué y cómo calificar de "realistas" a determinados poemas que asientan sus raíces en el surrealismo, en lo inconsciente o en la reflexión. Recomendamos, pues, el libro en su conjunto. El lector hará bien en no tomar demasiado en serio el breve prólogo o los innecesarios comentarios que acompañan a cada poeta. Las bibliografías resultan útiles, aunque no siempre completas.