Image: Walt Disney, el gran animador

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Primera palabra

Walt Disney, el gran animador

5 diciembre, 2001 01:00

"Mickey Mouse es la marca de fábrica más conocida del mundo entero -después de la Coca-Cola"

Es increíble que Walt Disney, uno de los creadores del siglo XX, haya sido perseguido por las críticas que antes lo exaltaban. ¿O no lo es? Todo parece haberse iniciado por sus opiniones políticas que, por supuesto, poco tienen que ver con su indudable genio para tal vez la más genuina de las actividades artísticas (y técnicas, por supuesto) del cine -el dibujo animado. Pero Disney fue y ha sido mucho más. El historiador Leonard Maltin dice de Disney: "Es el más influyente y exitoso productor de la historia del cine". Pero no sólo fue un productor sino un incesante inventor de las formas de la animación. "Walt Disney", continúa Maltin, "comenzó como caricaturista, se convirtió en el animador que en realidad reinventó el medio del cartón animado, pasó a la invención de fantasías y luego buscó otros mundos que conquistar" -para añadirlos a los muchos mundos que fueron sus dominios.

Walter Disney nació con el siglo y con el cine en 1901 y murió por culpa de innumerables cigarrillos encendidos mientras ideaba nuevas formas de entretenimiento con humo y humor.

Cuando se habla de cine hay que dejar hablar a los historiadores porque sin Walt Disney no se entiende la revolución que fue la exaltación del dibujo animado creada por Disney y Cia. ¿Por qué? Pues porque Disney apenas dibujó un cartón completo. Esa distinción hay que dejarla al tan apropiadamente llamado Ub Iwerks, realizador de las ideas de Disney. Una de las pocas invenciones de Disney se llamó Oswald, el conejo animado que creó una serie desde su creación en 1927. Disney también animó a su máximo exponente, Mickey Mouse, conocido en España y en las Américas como el ratón Miquito. Mickey no es sólo la representación del arte y el comercio de Disney, sino que ha dado al idioma una imagen curiosamente reveladora de algo barato en la creación de cualquier evento público. Así, en el slang del cine (que es la jerga del siglo) "Mickey Mouse" siempre señala algo común y de poco precio. Pero Mickey, como lo llamó cariñosamente su creador, es también la marca de fábrica más conocida en el mundo entero -después de la Coca-Cola.

A Borges, cuando conoció a Lorca, le molestó demasiado que el poeta andaluz hablara del personaje más singular, inefable y divertido que había conocido: el ratón Miguelito. Todavía no se usaba el adjetivo emblemático, pero era eso lo que el poeta descubría en una figura toda invención y creación pura. Para más identificar a Disney con su invento, el Walt ya epónimo le prestó su voz chillona y exaltada y al mismo tiempo, sin apenas dejar verlo (o mejor: oído) estaba usando una invención nueva esencial al cine: la voz (en este caso más o menos humana). Porque su forma la animaría su ubicuo Ub siguiendo, o copiando, el modelo de Disney. Pero fue Disney quien primero se dio cuenta de la importancia permanente de otra invención contemporánea, el color. Además de concebir una empresa dedicada al desastre, decían, que fue el cartón animado tan largo como posible mediante la animación de la figura humana animada: así nació su gran éxito de taquilla y admiración, Blancanieves. Acompañada siempre, para la chacota a veces obscena, de sus "siete enanitos".

Los cartones de Disney, que en realidad comenzaron con la animación antropomórfica (de movimientos casi humanos) y que se aprovecharon sucesivamente del sonido (inventado antes del primer cartón de Mickey, Steamboat Willie) y del color en sus Sinfonías tontas, a su vez incorporaban la música a la narración fantástica. Fue de esta combinación feliz que nació su proyecto más ambicioso, al que llamó, justamente, Fantasía. Aquí los elementos populares de Disney -Mickey y los suyos- ilustraban y a la vez daban lustre a la música más o menos clásica y, a veces, en la vanguardia musical. Como su versión, entre prehistórica y más amenazante, de la Consagración de la primavera, que consiguió unir el carton animado con la música más disonante posible. Que Disney creyó no sólo su consagración sino la del compositor más desdeñoso y exigente de la continuación de las formas musicales como fin y como principio: Igor Stravinsky. Fue su fracaso -sólo el de Disney, por supuesto- mayor pero también su mayor gloria. Fantasía, desde su título, ha quedado como la más perfecta combinación del arte de los sonidos con la cultura de la imagen animada. Así, al decir Mickey Mouse, cuando se quiere decir creación fantástica, hay que unir la animación más fantasiosa a la música -el arte más abstracto. Ese ha sido el triunfo último de Disney y Fantasía, en una nueva unión del sonido y de la imagen en otra invención del cine: el disco DVD, que en sus siglas inicia el nuevo siglo: Disney Vencedor Divino.