Primera palabra

El acontecimiento musical del año

POR RICCARDO CHAILLY

23 enero, 2002 01:00

Riccardo Chailly, por Gusi Bejer

Todo el mundo de la música estará mañana pendiente del concierto que se celebrará en el Auditorio "Alfredo Kraus" de Las Palmas, dentro de la presente edición del Festival de Música de Canarias, un acontecimiento especial en la historia de la música, con motivo del estreno de la revisión realizada por el gran compositor Luciano Berio del tercer acto inconcluso de la Turandot de Puccini. Y se trata de un hecho muy especial porque estamos hablando de una de las obras maestras del teatro lírico italiano compuesta por uno de nuestros más emblemáticos creadores a quien su prematura muerte cercenó la que era su obra más ambiciosa. Para tan magna empresa se ha acudido a un hombre como Luciano Berio, uno de los autores más representativos de la modernidad porque la versión que habitualmente se utiliza, la encargada por Toscanini a Franco Alfano, no hace justicia a la obra original. Teniendo en cuenta que todavía llevo poco tiempo familiarizándome con la labor de Berio, creo que éste ha realizado un trabajo escrupuloso y serio, tras un increíble esfuerzo que le ha llevado a comprender el auténtico lenguaje pucciniano. Berio tenía a su favor la ventaja de que siempre ha sido un hábil manipulador de otros autores. En su corpus encontramos ejemplos excelentes dedicados a Mahler, Bach, Verdi o, por tener en cuenta a mis lectores, al mismo Falla, en los que se da una genial mixtura entre el material original y su aportación propia. Y, sin embargo, en esta ocasión, en su realización del tercer acto de Turandot, parece que ha querido, con toda consciencia, quedar al margen, como si quisiera evitar que su firma pueda solapar cualquier idea de Puccini. Aunque bien podría haber hecho otra cosa, se adapta a la orquestación original, prefiriendo no añadir ningún instrumento a la plantilla prevista. Pero tras llenarse del espíritu que invadió a Puccini al final de su vida, cambia el concepto al que Alfano nos ha acostumbrado. Frente al de éste, su planteamiento es evanescente, como una especie de círculo que se cierra, olvidando esa extraña alegría marcada por Alfano y que tan ajena está del espíritu del resto de la obra. No olvidemos que Puccini dejó treinta y seis fragmentos, toda una fuente de ideas donde Berio ha bebido. Cualquier oyente acostumbrado a lo que normalmente se escucha, se sorprenderá ante tanto material nuevo. Quizá el elemento más llamativo viene con la declaración de la identidad del príncipe. Cuando se acerca a Turandot, Berio lo convierte en un gran intermedio sinfónico donde transforma, como demanda Gozzi, a la princesa de hielo en mujer, palpándose la carnalidad del momento.

He convivido con Turandot desde que participé en San Francisco en 1977 en lo que fue el debut de Caballé en el papel junto a Pavarotti. Si somos justos, debemos reconocer que el final que hizo Alfano no funciona mal aunque es muy evidente su distancia con Puccini, perceptible en la orquestación, el tratamiento vocal o incluso en el propio concepto. Ese final pompier, no deja de ser un poco superficial, por muy eficaz que resulte. Por todo ello, creo que es más interesante lo que ha hecho Berio con su exquisito tratamiento, que concibe ese final en una gran espiral. Además ha sido muy sensible al espíritu original de su autor, siempre deudor de Wagner a quien hace un evidente guiño con la mención del tema de Tristán, o también haciendo referencia tanto a la Sexta de Mahler como a los Gurrelieder de Schoenberg, intentando brindar un resumen de ese magnífico fresco de la creación musical que se desarrolla a principios del siglo XX.

A pesar de la lejanía cronológica, Puccini sigue siendo un autor muy actual y válido. Fue uno de los compositores más sensibles al mundo femenino de su época, lo que es muy representativo para un siglo como el XX que liberó a la mujer. El la mitificó, la interpretó porque la admiraba, no sólo en el terreno físico, sino también en el moral como nos transmiten esos maravillosos personajes que son Butterfly, Tosca, Fanciulla o la misma Turandot. No puedo por menos que ponerme en el lugar de Puccini, en esos últimos y terribles meses, en pleno infierno en vida, con su cáncer de garganta, sometido a una operación que solamente se hacía a los animales. Creo que en esas páginas -tanto en las completas como en las que no llegó a culminar-, se percibe su dolor físico junto al del creador incapaz de culminar una obra. Y sólo una figura de la categoría de Luciano Berio puede obtener un resultado similar, porque quien ha sabido ver a través de los ojos de Schubert, Verdi, Mahler o Monteverdi, podría hacer algo así ya que expresarse a través de otro reviste una extraordinaria complejidad. A partir de mañana Turandot tendrá seguramente una nueva vida. En los próximos meses la ópera de Amsterdam estrenará la obra completa en versión escénica. Seguirán Los Angeles y, en verano, Salzburgo. Con ello se rendirá homenaje a una de las obras más hermosas jamás compuestas.