Primera palabra

Los viajes de las obras de arte

por José Jiménez

6 marzo, 2002 01:00

Considerando positivo el préstamo de otras obras de Goya, siempre que se trate, claro está, de instituciones y museos de primer rango, mi opinión es que sus "Majas" en ningún caso deberían moverse del Museo del Prado

¿Deben viajar las obras de arte? En principio, claro que sí. La facilidad y seguridad de los actuales medios de transporte propician más que nunca la posibilidad de esos viajes, que permiten el conocimiento y el disfrute directo de las obras a los públicos más diversos. El "museo imaginario" universal, del que pudo hablar André Malraux gracias a la reproducción técnica de las obras de arte, se ha ampliado todavía más en nuestro tiempo. El dinamismo, el movimiento, el viaje en fin, es además uno de los rasgos definitorios de la cultura moderna, y, lógicamente, impregna de un modo decisivo el universo de las artes en su conjunto. Por el nuevo horizonte estético, temático y cualitativo, que abre a los artistas. Pero, a la vez, por las igualmente nuevas formas de trabajo de las instituciones artísticas internacionales, intercomunicadas entre sí en la realización de proyectos conjuntos. El público, por su parte, es cada vez más viajero, y hace así posible que se vayan reduciendo las distancias, geográficas y mentales, que en otro tiempo problematizaban el acceso universal a los bienes de cultura.

Porque, en último término, eso es lo deseable: que la cultura universal sea realmente "universal". Las pautas de lo que se considera "cultura universal" en nuestro mundo se siguen estableciendo e imponiendo desde los centros internacionales de poder político y económico, produciéndose así una reducción violenta a la unidad, una tendencia a la homogeneización, que si es negativa siempre, mucho más lo es en materia de cultura. Los ejemplos más claros de esa tendencia a la homogeneización cultural nos los dan hoy el cine o la televisión. Y, desde luego, las artes plásticas tampoco escapan a dicha tendencia. Por eso, y frente a ello, el viaje de las obras es en principio algo sumamente positivo, pues implica poder dar a conocer de forma directa los patrimonios culturales de pueblos y comunidades que no siempre tienen acceso a los espacios dominantes antes aludidos. Los problemas, como siempre en la vida, se plantean al descender a situaciones concretas.

Aunque las condiciones de los viajes son cada vez más seguras, no se pueden nunca ignorar los riesgos que todo viaje supone. Más allá de los previsibles, sobre todo los accidentales y los ocasionales. Todos somos hoy, en mayor o menor medida, "viajeros". Y sabemos así, por propia experiencia, que en los viajes siempre suceden cosas, imprevistos, y algunas veces desgracias irreparables. Por si fuera poco, el mundo, además, está en los últimos tiempos particularmente "revuelto".

Esto debe llevar a adoptar una actitud de máxima prudencia a la hora de aceptar el préstamo de las grandes obras maestras, de aquellas piezas singulares que por su importancia definen de modo decisivo el patrimonio cultural de un pueblo. Teniendo en cuenta, por otra parte, de forma prioritaria la fragilidad y el "estado de salud" de las obras, pues éstas, como las personas, son más o menos resistentes y también envejecen.

A partir de las anteriores consideraciones, y aun considerando positivo el préstamo de otras obras de Goya, siempre que se trate claro está de instituciones museísticas de primer rango, mi opinión personal es que sus "Majas" en ningún caso deberían moverse del Museo del Prado. Lo mismo que muchas otras piezas de tan alto valor artístico que hacen de nuestra Pinacoteca una de las más destacadas del mundo. Las estimaciones técnicas, de los conservadores y del personal de los museos, deben siempre predominar sobre las políticas al plantearse los eventuales viajes de las obras. Pero, lamentablemente, no siempre sucede así. Y es que, como fácilmente podemos advertir, a los órganos de dirección y gestión de nuestros museos se accede por decisión política, teniendo más o menos en cuenta la competencia y cualificación profesionales de las personas designadas para los cargos. Así que, juzguen ustedes mismos, el viaje de las "Majas" de Goya a Estados Unidos, ¿surge de una meditada decisión técnica, museística, o de una decisión política? La cuestión es de gran transcendencia, porque los museos, los museos públicos, son patrimonio de todos los españoles, también de los que vendrán, y no de quienes gobiernan en un determinado momento.

La política está siempre sometida a vaivenes, a intereses fluctuantes, a los que nunca se deben subordinar las instituciones artísticas. Recuerdo el caso reciente del Guernica, de Pablo Picasso, uno de los cuadros más viajeros del siglo veinte, y por ello mismo, y por sus características materiales, en una situación de gran fragilidad, que a punto estuvo hace unos años de realizar un nuevo viaje que entrañaba un alto riesgo, como resultado de la coyuntura política. Afortunadamente, en ese caso el Museo que custodia la obra actuó a la altura de las circunstancias, y evitó lo que la conveniencia política estuvo a punto de imponer. Parece evidente, en cambio, que no tendremos tanta suerte con las "Majas" de Goya, con un pie ya en el avión de un viaje hacia el riesgo. Ojalá no pase nada, y retornen tranquilas cuanto antes a su casa de Madrid.