Image: Acierto del ministro en el Cervantes

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Primera palabra

Acierto del ministro en el Cervantes

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española

8 mayo, 2008 02:00

Luis María Anson

En el año 1996 fui jurado del Cervantes. Hasta ese momento no tuve conciencia de la gran farsa politizada que era el Premio, tal vez porque, en líneas generales, los galardonados se lo merecían. Cuando me di cuenta de que ocho de los diez miembros del Jurado eran designados a dedo por el Gobierno, comprendí la trampa de la que se hacía víctima a la república de las Letras y también al Rey Juan Carlos, que amparaba el Premio en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá y ofrecía una gran recepción para celebrarlo. Poco a poco los escritores fueron advirtiendo la falsedad y dejaron de acudir a la recepción, hasta que el inteligente Alberto Aza la transformó en un almuerzo minoritario.

Después de pensarlo mucho, decidí denunciar la politización del Premio. Era mi obligación como profesional del Periodismo. Así es que durante varios años mantuve una tenaz campaña. Conseguí que una buena parte del mundo de las Letras se sumara a mi denuncia y que hasta las ranas del estanque del Retiro croaran la farsa. Durante el Gobierno Aznar, un alto cargo le dijo a la ministra de Educación y Cultura, la inolvidada Pilar del Castillo:

-Mira, ministra. Habrá que cambiar el sistema de nombramiento del Jurado del Premio Cervantes. Hasta ahora había colado. Pero desde que "La Razón" denunció que ocho de los diez miembros del Jurado los designa a dedo el Gobierno, el escándalo se ha hecho mayúsculo.
-Ni hablar del asunto -contestó la inolvidada-. Nosotros pagamos y nosotros manipulamos. No faltaría más. El mundo de la literatura está formado por novelistas, poetas, periodistas y gentes aún peor. Imagínate la risa. Lo que vamos a hacer es nombrar miembro del Jurado a Luis María Anson y así se le tapa la boca.

En efecto. Un alto cargo del Ministerio me llamó, bastante compungido, la verdad, para ofrecerme en 2003 ser miembro otra vez del Jurado del Premio Cervantes.

-Es un gran honor para mí -contesté-. Pero no puedo aceptar. Pertenecí una vez al Jurado cuando no sabía cómo se cocía el asunto. Ahora que lo conozco todo, no me parece de recibo mantener la fórmula. Hay que rectificar, entre otras cosas porque el Ministerio de Educación y Cultura implica al Rey en los actos de entrega.
No sólo rechacé volver a ser jurado del Premio sino que denuncié a los cuatro vientos, en Prensa, radio y televisión, el intento de soborno al que fui sometido. Así es que cuando César Antonio Molina, que es un poeta y un hombre del mundo de las Letras, fue nombrado ministro, escribí un artículo colocándole frente al deber moral de solucionar el escándalo que para todos suponía la farsa y politización del Premio. El 14 de septiembre de 2007 me escribió una carta personal anunciándome que se proponía resolver el asunto conforme a lo que yo había propugnado durante varios años.

Debo reconocer que lo ha hecho. Ha actuado con prudencia, con mesura, con buen sentido. Un acierto incuestionable del ministro, que la objetividad me exige subrayar en esta misma página en la que denuncié la tropelía.

Tengo ante mí el Boletín Oficial del Estado con la orden 1116/2008, de 3 de abril, firmada por César Antonio Molina, en la que se establece la formación del Jurado del Premio Cervantes. En lugar de que el Gobierno nombre a ocho de los diez jurados y haga lo que le venga en gana, la orden establece lo siguiente:

"El fallo del Premio de Literatura en Lengua Castellana "Miguel de Cervantes" corresponde a un Jurado cuya composición será la siguiente:

Los dos últimos galardonados. Un miembro de la Real Academia Española. Un miembro de una de las Academias de la Lengua Española de América y Filipinas. Cuatro personalidades del mundo universitario y literario elegidas por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y por la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL). Dos representantes de suplementos culturales de diarios propuestos por la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) y por la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP). Una personalidad a propuesta de la Asociación Internacional de Hispanistas, que sea de nacionalidad no española ni iberoamericana. El director del Instituto Cervantes. El ministro de Cultura.

De los trece miembros del nuevo Jurado, solo dos están nombrados por el Gobierno, once por organismos culturales electivos. Antes, de los diez miembros del jurado ocho eran designados por el Gobierno.

Además de la función esencial de informar, el periodista tiene otra función igualmente clave al servicio de la sociedad: la del contrapoder, es decir, elogiar al poder cuando el poder acierta, criticar al poder cuando el poder se equivoca, denunciar al poder cuando el poder abusa. He denunciado un evidente abuso de poder y lo he hecho reiteradamente durante varios años. Atendida mi denuncia, cumplo también con la función del contrapoder al elogiar, y muy sinceramente, al ministro de Cultura, César Antonio Molina, y al director general del Libro, Rogelio Blanco.

Salvo algunas excepciones clamorosas derivadas de su politización, el laurel del Cervantes ha coronado a quien se lo merecía. Desembarazado de la presión política, el Jurado comienza ahora una nueva andadura, despolitizada y limpia, en beneficio de la cultura española e iberoamericana.