Image: El futuro del periódico impreso

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Primera palabra

El futuro del periódico impreso

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española

10 julio, 2009 02:00

Luis María Anson.

En los Estados Unidos de América, el periódico impreso ha perdido 13 millones de ejemplares mientras el periódico digital, en un lapso brevísimo de tiempo, ha pasado de cero a 75 millones de lectores. Ese es el futuro y no verlo así sería mirar hacia atrás y cristalizarse en sal como la mujer de Lot. En todo el mundo occidental, hombres y mujeres de treinta años hacia abajo leen en sus ordenadores o en sus teléfonos móviles los diarios digitales que ofrecen información actualizada cada media hora y servicios de radio y de televisión entre sus contenidos. Gracias a la globalización de la tecnología, un periódico digital se lee al mismo tiempo en Madrid y Buenos Aires, en Moscú y Pekín, en Johannesburgo y Nueva Delhi, en Roma y Nueva York. McLuhan tenía razón. El mundo se ha convertido en una aldea global y las nuevas generaciones caminan abiertamente sobre el filo de las tecnologías de vanguardia. El periodismo, sin embargo, sigue siendo el mismo. El profesional pega su nariz de sabueso en tierra, persigue el rastro de la noticia y, tras contrastarla, la suelta luego en la agencia de noticias o en el periódico impreso, hablado, audiovisual o digital. Nuestra profesión no ha cambiado. Son los vehículos para ofrecer información los que se han transformado. En cuestión de una veintena de años, el periodismo digital ocupará el 70% de la información en las naciones desarrolladas.

¿Quiere eso decir que desaparecerá el periódico impreso convencional? A pesar de los vaticinios de algunos expertos, a pesar de la hecatombe que muchos vaticinan, mi opinión es que no. El periódico convencional, igual que hizo con la radio, primero, con la televisión, después, sabrá adaptarse a las nuevas circunstancias del mercado informativo. El periódico que no lo haga, se hundirá; el que sepa hacerlo, sobrevivirá. Hasta ahora, el periódico hablado -la radio- daba las noticias; el periódico audiovisual -la televisión- las enseñaba; y el periódico impreso las valoraba y analizaba. Ante el fenómeno del periódico digital, que, además, se puede imprimir en casa o en la oficina, el periódico convencional tendrá que hacer frente al desafío con nuevas fórmulas que le permitan defenderse.

Esas nuevas fórmulas se resumen en una palabra: calidad. Calidad en el papel, calidad en la impresión, calidad en la encuadernación, calidad, sobre todo, en las colaboraciones y los informes, en las firmas especializadas y en las exclusivas. Si el periódico convencional impreso se transforma en un producto de gran calidad, perderá compradores pero se mantendrá en las mesas de todos los sectores dirigentes de la sociedad.

El ciudadano medio, el que hoy acude a comer a las cadenas de vips o mcdonalds, se informará de forma gratuita en el periódico digital. El ciudadano dirigente adquirirá, a pesar del precio, el periódico de calidad de la misma forma que va a almorzar o cenar a los restaurantes de lujo. Ahí está la almendra de la cuestión. El periódico impreso convencional permanecerá si se convierte en un producto de gran calidad, que ofrezca, además de una información sobresaliente, las firmas más destacadas de la vida nacional e internacional y los mejores informes elaborados por equipos de expertos. l

ZIG ZAG

El pop-art está viejo pero no ha muerto. Warhol se carcajea todavía de tanto pardillo "que entiende de arte". Así es que recorrí la Casa de Vacas como tributo a la imaginación desbordada de Antonio de Felipe. También a su calidad pictórica. Durante cuatro años el artista ha pintado un popsport para apoyar la candidatura olímpica de Madrid. Ha acertado. En la exposición hay media docena de cuadros sobresalientes. Y ninguno resulta vulgar. El derroche de imaginación se envuelve en la apoteosis del color. Antonio de Felipe hace lo que sabe pero sabe muy bien lo que hace. Me gustó su exposición Había por cierto un gentío que no es lo frecuente en las exposiciones. Me gustó sumarme al éxito de este artista singular que es la vehemencia en la pintura y la fantasía realista en la composición, con trallazos de caricatura y rumorología de cachondeo en el fondo de cada obra.