Image: La casa del idioma

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Primera palabra

La casa del idioma

21 enero, 2011 01:00

Titular a cuatro columnas del diario adicto: “Cultura admite que no sabe qué hacer con el antiguo Museo del Ejército”. Algunos sí sabemos qué debería hacerse. En Madrid hay un Palacio de Congresos, un Palacio del Deporte, un Palacio de la Prensa, un Palacio de la Música, un palacio, en fin, para las más varias actividades.

No existe, sin embargo, una Casa del Idioma, no existe el Palacio del Idioma. Y sin embargo la lengua española es el gran tesoro cultural de nuestra nación. Cerca de 500 millones de personas hablan en castellano desde su nacimiento. Nos hemos encaramado al segundo puesto entre los idiomas internacio- nales, si bien a mucha distancia del inglés. Como lengua nativa hemos superado a la de Shakespeare. En Estados Unidos, el 80% de los estudiantes de idiomas extranjeros han elegido el español. El dato no puede ser más reveledor. En las grandes potencias, Alemania y Japón, el idioma que se estudia, tras el inglés, es el español. El francés ha sido arrumbado en el zaquizamí de la Historia. La gran nación emergente, Brasil, ha establecido de forma obligatoria la enseñanza del español. Y que nadie se confunda, el chino o el indio, aparte el enjambre dialectal, no son idiomas internacionales.

Consideremos, en fin, un factor muy significativo: lo que aporta económicamente el castellano al PIB nacional se acerca al renglón del turismo. Ángel Martín Municio y Rogelio Blanco han demostrado que, además del gran tesoro cultural de nuestra nación, el idioma español es un excelente negocio. Aunque a mí me hubiera gustado más el Casón del Buen Retiro como Palacio del Idioma, el antiguo Museo del Ejército, próximo a la Real Academia Española, parece edificio de dignidad adecuada para albergar a las Academias de la Lengua iberoamericanas y filipina. Esa es la gran operación cultural que exige la situación actual. Cada Academia debe disponer en Madrid de despacho del director, despacho auxiliar y secretaría, amén de instalaciones comunes de biblioteca, servicios informáticos, salón de actos y un largo etcétera que no es necesario enumerar.

En dos ocasiones, una de ellas en la Academia, la otra en Moncloa, le he hablado al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero de este asunto. En las dos mostró su pleno acuerdo. Afortunadamente, ante la situación incierta del antiguo Museo del Ejército, ha llegado el momento de dotar a Madrid de la Casa del Idioma que nuestra cultura exige.

Ángeles González Sinde es una mujer muy inteligente. Estoy seguro de que considerará este asunto de máximo interés para despacharlo con el presidente del Gobierno. Se lo agradecerá nuestra economía, se lo agradecerá el pueblo español, se lo agradecerá la cultura universal, se lo agradecerán, sobre todo, Cervantes y Neruda, Quevedo y Borges, Calderón y Octavio Paz, Lope de Vega y Vargas Llosa, Ortega y Gasset y Julio Cortázar, Pérez Galdós y García Márquez, Miguel Ángel Asturias y Federico García Lorca, Miguel Delibes y Juan Rulfo, Vicente Aleixandre y Gabriela Mistral.

ZIG ZAG

El Manifiesto del teatro de la crueldad es un icono del siglo XX. Convirtió a Artaud en el teórico más idolatrado junto a Stanislavski. Lúcido loco de atar, “quemadura ácida del cuerpo y del alma”, Artaud, liberado del manicomio por Picasso, Gide y Breton, escribió una obra de teatro, a mi manera de ver excepcional: Los Cenci. Tengo en la memoria haber asistido a una representación musicalizada sobre la tragedia de esta singular familia italiana. Pero la realidad es que todos hablamos de Artaud, de sus ensayos sobre el teatro, y casi nadie ha visto la comedia dramática en la que depositó su sabiduría escénica. Y, de repente, ha llegado Sonia Sebastián, que es una sobresaliente directora de vanguardia, y ha puesto en pie una lectura escenificada de Los Cenci que resultó sobrecogedora. No quiero destacar a nadie porque todos, desde el escenógrafo hasta las actrices, estuvieron magníficos. ¿A qué espera Albert Boadella para llevar a Artaud a los teatros del Canal, con los medios suficientes para satisfacer la calidad de este texto electrizante?