Luis María Anson
La Grecia dominada por los romanos, la Grecia conquistada por los turcos, mantuvo sobre sus invasores el culto a la inteligencia y al diálogo e impregnó, en muchos aspectos, los valores de la libertad a los conquistadores. El "Graecia capta ferum victorem cepit et artis intulit in agresti Latio" no es un verso aislado de Horacio sino una realidad profunda porque la Grecia conquistada introdujo en la agreste Roma, el reguero de dioses de la cultura y de la ciencia.
Mi inolvidado amigo Indro Montanelli, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, descargó su demoledora ironía al decir: "Los listos viven de los tontos y los tontos de su trabajo". La Romania, es decir, Grecia, Italia, España, Portugal, viven de la Germania y la Germania de su esfuerzo trabajador. Lo que pasa es que los alemanes se han cansado de hacer el pardillo pagando los gastos de la Romania y exigen a griegos, italianos, españoles y portugueses que dejen de hacer trampas con la economía sumergida y que se pongan a trabajar sin camelancias.
En eso tienen razón. No la tendrían si ahogaran a Grecia, porque, como ha escrito Vargas Llosa en un artículo memorable, "Grecia no puede dejar de formar parte integral de Europa sin que esta se vuelva una caricatura grotesca de sí misma, condenada al más estrepitoso fracaso. Europa nació allá, al pie de la Acrópolis, hace 25 siglos, y todo lo mejor que hay en ella, lo que más aprecia y admira de sí misma, incluyendo la religión de Cristo, así como las instituciones democráticas, la libertad y los derechos humanos tienen su lejana raíz en ese pequeño rincón del viejo continente a orillas del Egeo, donde la luz del sol es más potente y el mar es más azul".
Muchos europeos tenemos conciencia clara de lo que Grecia significa en nuestra cultura y en nuestra vida intelectual y política, porque no se puede concebir Europa sin la filosofía de Aristóteles, el teatro de Esquilo, Sófocles y Eurípides, o la poesía de Homero y Hesíodo. Por mucho dinero que aportemos a Grecia, los europeos siempre estaremos en deuda con la gran nación de Pericles.