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Sin energía, sería la nada
Por Luis María Anson, de la Real Academia Española Ver todos los artículos de la 'Primera palabra'
26 octubre, 2012 02:00Luis María Anson
Al historiar la energía, Sánchez Ron evidencia sus tres grandes admiraciones: Isaac Newton y su Philosophiae naturalis principia mathematica que estableció en 1687 la ley de la gravitación universal; Max Planck que, al explicar la relación entre los cuerpos y la frecuencia de la radiación, E=h.v, abrió los horizontes de la física cuántica, y Albert Einstein, que en la revista alemana Annalen der Physik, publicó el 26 de septiembre de 1905, el escrito liminar, Relativitätsprinzip, que haría explotar en el más alto mundo de la ciencia el E=m.c², la teoría de la relatividad especial, ecuación icónica del siglo XX.
Sánchez Ron es un historiador de la ciencia. En este libro, Energía, recorre los caminos de la Historia y habla de las fuentes energéticas naturales, de las máquinas de la revolución industrial, de la energía de la vida, de la respiración como forma de combustión con Lavoisier y Laplace al fondo; de la termodinámica y el electromagnetismo, de la radiactividad, de los aerogeneradores, de la pila eléctrica con aquel genial Alessandro Volta haciendo una demostración ante Napoleón; de la luz y sus ondas, de Marie Sklodowska Curie, de Klaproth, de Rutherford, de Eddingson y Lorentz, del efecto Compton, del inquietante Heisenberg y su principio de incertidumbre; de la fisión del uranio; de Oppenheimer que creía en la energía inagotable y desencadenó, sin desearlo, el horror nuclear; de las plantas solares y las energías renovables del siglo XXI; de lo que espera, en fin, a la Humanidad en esta centuria de esperanzas abiertas y temores desolados.
Desde el transporte de la estatua colosal de un faraón, representada en una pintura mural de la necrópolis de Beni Hassan al último rascacielos, el Burj Khalifa clavado en las estrellas de Dubai, las energías han evolucionado prodigiosamente pero la idea profunda sigue siendo idéntica y las pirámides de Egipto, los templos mayas de Mesoamérica, la Gran Muralla china, la belleza absoluta de Angkor Wat, la sinfonía en piedra de Borobudur, el sereno desafío de El Escorial o la gran manzana altiva de Nueva York, responden al mismo concepto.
Sánchez Ron tuvo una época dorada cuando escribía en esta revista. Luego se sumergió en la somnolencia ineluctable de un periódico con vocación de bostezo y ladrillo, pero hay que reconocer que sus libros son excelentes y que, tras Los pilares de la ciencia, ha sabido poner al alcance del lector medio el conocimiento indispensable de lo que significa la energía en la historia del hombre.
ZIGZAG
Juan Pablo Fusi ha puesto prólogo certero a un breve ensayo de Julián Marías sobre la guerra incivil española. La serenidad del filósofo para esclarecer la contienda y sus causas resulta en muchos aspectos reveladora. La guerra civil, ¿cómo pudo ocurrir? es un estudio que destaca por su claridad y por la mirada profundamente moral con que Julián Marías contempla la tragedia que despedazó a España y que volcó la desolación sobre varias generaciones: las que tuvieron que padecer después una larga dictadura, de carácter totalitario, impuesta por Franco durante cerca de cuarenta años.