Image: Apoteosis del bulo

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Primera palabra

Apoteosis del bulo

Por Luis María Anson, de la Real Academia Española Ver todos los artículos de la 'Primera palabra'

2 noviembre, 2012 01:00

Luis María Anson


Los alardes tecnológicos han relegado la aldea global de McLuhan al zaquizamí de la Historia. Internet ha convertido el mundo en un patio de vecindad. No solo circulan por la Red las noticias sin contrastar. El rumor ha sustituido, en gran parte, a la información. Aún más: es el bulo el que se ha impuesto. Cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo puede lanzar al vuelo digital lo que le plazca, difundiendo calumnias, medias verdades, insidias, falsedades o invenciones sin que existan fórmulas serias para atajarlas o desmontarlas. Vivimos la apoteosis del bulo.

En lugar de profesionales serios de la información, que han aprendido lo que significa la deontología periodística en las Facultades de Ciencias de la Comunicación, hoy cualquier mindundi los reemplaza en internet, y también los locos, los tarados, los sinvergüenzas o los delincuentes pueden destrozar impunemente las vidas ajenas.

Mario Vargas Llosa, del que dije mucho antes del Nobel, que era el escritor en español más influyente del mundo, ha denunciado la nueva realidad que la tecnología ha impuesto. Y ha escrito de forma descarnada: "La revolución tecnológica audiovisual, que ha impulsado las comunicaciones como nunca antes en la historia, y que ha dotado a la sociedad moderna de unos instrumentos que le permiten sortear todos los sistemas de censura, ha tenido también, como perverso e impremeditado efecto, el de poner en manos de la canalla intelectual y política, del resentido, el envidioso, el acomplejado, el imbécil o simplemente el aburrido, un arma que le permite violar y manipular lo que hasta ahora parecía el último santuario sacrosanto del individuo: su identidad. Técnicamente es hoy día posible desnaturalizar la vida real de una persona -qué es, cómo es, qué hace, qué dice, qué piensa, qué escribe- e irla sutilmente alterándola hasta desnaturalizarla del todo, provocando con ello, a veces, irreparables daños. Probablemente lo peor del caso es que estas operaciones delictivas ni siquiera resultan de una conspiración política, o empresarial, o cultural, sino, más pedestremente, de pobres diablos que de este modo tratan de combatir el tedio o la pavorosa sequedad de sus vidas".

Como ha ocurrido siempre con los avances científicos, es necesario analizar el balance entre los aspectos positivos y los negativos. Mario Vargas Llosa ha subrayado de forma certera la alarma que produce la invasión de la intimidad en ese patio de vecindad, en ese patio de monipodio, en que se ha convertido el mundo, vertebrado todo por la civilización del espectáculo. Pero no desesperemos. El derecho internacional deberá estudiar las fórmulas jurídicas que atajen las tropelías. Mi opinión es, dentro de las obligadas cautelas, optimista, entre otras razones porque internet deja en el platillo de lo positivo un peso muy superior a los dislates que se acumulan en el platillo de lo negativo. La verdad es, por lo que respecta a las más varias manifestaciones de la cultura, que la Red las ha acercado hasta el último rincón del mundo.

ZIGZAG

Daniel Yergin es Premio Pulitzer. Escribe con extraordinaria claridad y una notable capacidad para la síntesis. Es un economista especializado en el mundo y en el submundo de la energía. Conoce a fondo la historia contemporánea y hace en ocasiones incursiones muy sagaces más cerca de la filosofía de la historia que de la elucubración económica o financiera. En The Quest aborda el problema de la energía en la vida contemporánea. Cree que Estados Unidos y China entrarán en colisión si no se arbitran a tiempo fórmulas flexibles para evitar la disputa energética. Y el encontronazo. Yergin considera que el mundo camina hacia las energías renovables, por encima la fotovoltaica de la eólica. Tras analizar el agua, el carbón, el petróleo y el gas, el autor se detiene en los problemas de seguridad que supone la energía nuclear. Considera que razones políticas son las que la limitan o excluyen en numerosos países. The Quest abre, en todo caso, horizontes de esperanza para el futuro en la explotación de la energía imprescindible para el desarrollo de los pueblos.