Luis María Anson



Pocas personas he conocido a lo largo de mi dilatada vida profesional tan ecuánimes, tan moderadas, tan razonadoras como Enrique Cerezo. La gesticulación deportiva hace olvidar muchas veces que estamos ante un hombre enraizado desde hace largos años en la esencia de la cultura española. Más de 7.000 películas forman el fondo de su empresa, con títulos por él producidos que figuran entre lo más granado de la cinematografía española. Todavía recuerdo aquella Juana la Loca, filme dirigido por Vicente Aranda y en el que Pilar López de Ayala interpretó a la Reina de forma hiriente y abisal.



Si el Gobierno y la sociedad no ponen remedio urgente a la situación, España volverá, según vaticina Cerezo, a la "Lista 301" de países que no respetan la propiedad intelectual. Tengo en el mejor concepto la inteligencia de Ángeles González-Sinde. Es una directora de cine excepcional y fue una eficaz y lúcida ministra, a pesar de las críticas tantas veces cerriles o interesadas de las que fue víctima. Escuchó con atención los timbres de alarma y se esforzó por taponar las hemorragias con una ley que fue combatida a izquierda y a derecha. Al final la sacó adelante con demasiados parches. No ha sido suficiente para atajar los despropósitos. "Las web importantes siguen abiertas", asegura Enrique Cerezo. La piratería continúa expoliando de forma inmisericorde y voraz los ingresos del sector cultural de España. En You Tube, por ejemplo, se ven gratis las películas españolas que han costado un ojo de la cara producirlas.



El inteligente empresario cinematográfico Cerezo, enamorado además de nuestra cultura, ha declarado a Rodrigo y Calero con más valor que José Tomás ante un toro de Victorino: "En el tema de la copia privada y el canon, el Gobierno español nos ha querido encajonar en el sistema noruego. Nosotros siempre hemos cobrado el canon de los fabricantes de dispositivos, el 99% extranjeros, la mayoría fuera de la UE y curiosamente, cuando España está en una situación económica tan complicada y difícil, el Gobierno lo introduce en los presupuestos del Estado para que lo paguen todos los ciudadanos de sus impuestos cuando en la Unión Europea lo pagan los fabricantes. Encima, prometen una cifra de 50 millones y al final se quedan en 5."



Desde los premios Goya al "no a la guerra", el cine español cayó en desgracia. "Para muchos espectadores", especifica sagazmente Cerezo, porque los políticos de derechas en España padecen un síndrome de Estocolmo que les impide contemplar objetivamente la realidad. Y la realidad es que se está haciendo un daño determinante a la cultura española porque el Gobierno no ha sabido enfrentarse, como hizo Aznar, con una situación que se fragiliza cada mes que pasa.



Enrique Cerezo ha raspado en las llagas que duelen en el cuerpo cultural español. Lo ha hecho desde el conocimiento y la consideración, sin echar los pies por alto ni los venablos por la boca. Es hombre que huye del aspaviento y la provocación. Rajoy no se ha enterado todavía de que, si España se mueve en el puesto doce o trece de la economía mundial, culturalmente se encuentra en el pelotón de cabeza entre los cuatro primeros. Suprimió de un plumazo el ministerio de Cultura y apenas presta atención a las manifestaciones culturales de nuestro país. Se equivoca y el tiempo se lo dirá alto y claro. Es una torpeza no volcarse en el mundo de la cultura, en el de la literatura, las artes plásticas, la música, el cine, el teatro y la ciencia.



Zigzag

José María Zavala se ha ganado el respeto general del exigente mundo de los historiadores. Una docena de libros respaldados por un arsenal de datos y un permanente esfuerzo de objetividad acreditan la calidad intelectual del escritor. En su último libro retrata a 20 Infantas de España y lo hace desde la ecuanimidad y el sosegado estudio. Algunas de las semblanzas de su libro Infantas, como las de Paz de Borbón o la de Doña Margarita, son especialmente sagaces. Y, sobre todo, Zavala se esmera con la Infanta rebelde, la singular Eulalia, a la que tuve la suerte de conocer y con la que mantuve una larga conversación en su casa de Irún hace ya demasiados años. Un libro, en fin, muy interesante y de lectura especialmente grata.